El ERE de Sant Pau
Poco a poco, algunos de los políticos salidos de las urnas del 22 de mayo, aun por necesidad, están empezando a sacar la tijera. Mas, Bauzá, Monago, Cospedal o Aguirre con políticas muy dispares están tomando medidas imprescindibles para que España no se convierta en una segunda Grecia. Acostumbrados a que se nos digan cosas como "el dinero público no es de nadie" o "yo soy presidente autonómico, no un contable", es de agradecer que haya quien se tome su trabajo en serio y empiecen a pensar en lo que puede ser la España de nuestros hijos y nietos si no se hace un recorte selectivo de los gastos a recortar dentro las administraciones públicas.
El hospital más antiguo de Barcelona, el Sant Pau, ha presentado un ERE temporal que afecta a 1.491 trabajadores de los 3.835 que forman la plantilla, es decir, un 38,9%. El Govern, había recortado en 26 millones de euros a costa del cierre de una planta completa del hospital pero todo ello va resultar insuficiente. El gobierno convergente ha decidido empezar por la sanidad. Desconozco la necesidad real de esta medida que es muy difícil de vender tanto fuera como dentro de Cataluña que ve perpleja no consigue reducir la deuda pese de todas estas medidas que molestan y mucho a sanitarios y pacientes y ahora se tiene que enfrentarse a la refinanciación antes de fin de año de los 7.000 euros de bonos patrióticos emitidos el pasado año a unos intereses cada mayores.
A sabiendas que uno de cada tres euros del pufo de las autonomías pertenece a Catalunya que representa la deuda de Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana juntas. Todo ello a pesar de los duros recortes aplicados a la sanidad. Artur Mas no ha conseguido reducirlo sino que crece a cada día que pasa, habiendo llegado a alcanzar una deuda de 38.000 millones de euros En Cataluña se ha optado por reducir las prestaciones de la sanidad sin haberse tocado ninguna de las vistosas y grandes gastadoras de dinero público catalán como pueden ser las embajadas catalanas por todo el mundo o la de TV3, sin una misión concreta salvo la de propaganda de una ilusión diferenciadora de España tomando como base el idioma catalán.
España está en una situación límite, y sólo hemos empezado con los recortes en algunas comunidades. Serán necesarios políticos capaces de tomar decisiones difíciles, y que sean capaces de mantenerse firme en ellas pese a las protestas. Lo que ha sucedido hasta ahora no es más que un aperitivo de lo que pasará si Rajoy gana las elecciones y tiene que acometer las nunca especificadas reformas estructurales. Si ahora cualquier gobernante no acierta con el remedio o se echa para atrás, podemos temer lo peor para nuestro futuro.
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