Los MENA, el drama descontrolado del que se aprovechan algunos

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Javier Negre dedica su informe a los MENA, a los menores extranjeros no acompañados que están llegando a España cada vez con más frecuencia principalmente desde Marruecos "que ha demostrado pasotismo a la hora de repatriarlos", y que se están convirtiendo en un problema descontrolado ante la falta de recursos públicos para atajar este drama humano y el pasotismo de Marruecos.

Los trabajadores de los centros de menores donde son acogidos denuncian escasez de medios y estar viviendo auténticas situaciones de terror como algunos de los vecinos de los barrios donde se hallan estos centros. El domingo de la pasada semana, un vigilante del centro del barrio madrileño de Hortaleza era apaleado por una turba de menas. 

Este caso no es un hecho aislado, la avalancha de menas en los últimos meses ha obligado a meterlos en centros de primera acogida que no tienen ni capacidad ni medios para controlarlos. Y la situación que viven los empleados de estos centros es de terror.

Estos menas durante el día no están en el centro y eso ha provocado el malestar de muchos de los barrios humildes donde se ubican estos centros. Además hay muchos menas que se fugan de estos centros de acogida y prefieren dormir en la calle o en casas okupas. Según la Fundación Anar, de las 9,737 denuncias que hay de desapariciones de menores, el 52% corresponden a inmigrantes.

Los sindicatos han denunciado escasez de medidas de seguridad, de personal y de hacinamiento en centros como Hortaleza donde han llegado a pernoctar 130 menores cuando la capacidad es de 54 personas. También hay colectivos como la Fundación Raíces que denuncian la dejadez de la Administración Pública y muy especialmente de la Comunidad de Madrid a la hora de poner más medios.

Fuentes de la Comunidad de Madrid aseguran que han contratado más plazas de emergencia para estos menas de la mano de entidades especializadas y que se han creado más de 200 plazas para ello y que se aprobarán más. 

Según los datos del último informe de la Asociación Pro Derechos Humanos, el año pasado llegaron a España 7.053 menores, casi el doble que el año anterior. Ahora hay cerca de 12.000 menas en España. 

Para este incremento en las cifras hay varios factores. Uno de ellos es el efecto llamada que este Gobierno de Pedro Sánchez ha provocado con gestos solidarios como el Aquarius y el hecho de que en Marruecos, principal lugar de origen de los menas, se conoce que los menores tienen más facilidad para llegar y no se repatriados. 

Otro de los factores es que hay asociaciones y fundaciones que reciben importantes subvenciones de la Generalitat de Cataluña por albergar a estos menas en sus centros. Cataluña es una de las comunidades que más menas recibe y ya hay 3.800 acogidos. Esta situación ha provocado que aumente la inseguridad ciudadana en Barcelona.

Los Mossos y la Guardia Urbana de Barcelona manejan datos que reflejan que casi todas las detenciones que los agentes practicaron por hurtos entre los 13 y 18 años en Barcelona en 2018 fueron Menas. También ha crecido la delincuencia en otros municipios catalanes como Castelldefells donde ha habido incluso enfrentamientos civiles entre los vecinos y los menas que también han agredido sexualmente a chicas en manada.

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlasca, ya dijo el otro día que Marruecos ya está colaborando con nuestro país para identificarlos y poder repatriarlos, pero habrá que ver si Marruecos es así o es simplemente un anuncio electoralista como denunció la pasada semana Daniel Ventura, consejero de Bienestar Social de Melilla. Éste dijo que jamás han visto un “movimiento real de Marruecos para repatriar a sus menores” y que le gustaría verlo. En Melilla la situación es crítica pues los centros melillenses acogen a 600 menas cuando la cifra no debería superar los 250.

Además, otra de las dificultades para superar este desafío migratorio es el hecho de que en Marruecos hay mafias que se están haciendo de oro traficando con menas. Es el ejemplo de cuatro primos de la localidad marroquí de Kenitra que tienen una agencia de viajes encubierta para gestionar la llegada masiva de menas principalmente a Cataluña. Hamid se encarga de llevarlos primero al norte de Marruecos y de allí hasta Tánger. Allí les aloja en un piso hasta que consigue una plaza en patera para cruzar el Estrecho. En la costa gaditana hay otro primo que se encarga de mandarlos en coche, tren o autobús, dependiendo del dinero que hayan pagado, hasta Barcelona. Es un viaje de unas 72 horas.

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