La amenaza de Al Qaeda

Después de 30 horas de asedio Mohamed Merah, el asesino en serie de siete personas de Toulouse, un yihadista conectado a una trama global, pero único en su célula, a falta de más datos, fue finalmente abatido por la policía francesa. No era esta la solución buscada por el gobierno francés sino que había orden de capturarlo con vida para obtener datos sobre las conexiones de esta segunda generación de inmigrantes con pasaporte europeo que se confunden con el paisaje urbano que pueden convertirse en bombas andantes. Fin de la historia para esta brutal alimaña y comienzo de otra historia, la de las enseñanzas que Francia y Europa deben sacar de este nuevo episodio de terrorismo islamista. Como en la mayoría de los casos, Merah prefirió morir matando y convertirse en otro mártir de la yihad sin que tengamos la posibilidad de llegar a conocer algo más sobre esta amenaza que tiene Europa.

Esta respuesta de Sarkozy ha incluido dos mensajes fundamentales: el primero, que no hay diálogo ni concesión posible a los terroristas. Se les persigue y se les elimina. Punto. El segundo, que ésta es una guerra contra el terrorismo, no contra la comunidad musulmana, que en Francia es particularmente significativa.

Se ha sabido de las incursiones de Merah por Cataluña en su preparación para su futuro martirio y pasar a engrosar la nómina de las células durmientes de Al Qaeda en Europa. Antes de viajar a Afganistán y Pakistán estuvo en contacto con los islamistas que residen en diversas localidades catalanas viajando en al menos dos ocasiones a Tarragona y Rosas, donde se supone obtuvo el visto bueno y la financiación para su posterior entrenamiento en los campamentos salafistas.

Ciudades como Badalona, Reus, Getafe o Salt y tantas ciudades españolas llenas de ghettos de islamistas no integrados y sin posibilidad de ello en el futuro, son lugares donde están hibernando las nuevas generaciones de los futuros kamik azes como Merah, en estado de hibernación hasta el momento que sean llamados para convertirse en mártires de la Guerra Santa del Islam. Buena la hizo Jordi Pujol cuando mandaba en Cataluña cuando les abrió las puertas de par en par a los inmigrantes del norte de Africa…. Él ha pensado siempre que es más fácil manejarlos metiéndolos  directamente en la inmersión del catalán a los miles de inmigrantes de Pakistán, Argelia o Marruecos recién llegados. Mejor que los otros de El Salvador o República Dominicana que ya venían contaminados con el idioma español y podrían ser menos manejables…? Así el nacionalismo imperante va a conseguir con su esfuerzo que finalmente nos maten en catalán.

¿Cuántos terroristas como Merah, a lo mejor, jóvenes con pasaporte español que viven al lado o nos cruzamos todos los días por las calles de las ciudades españolas, que pueden estar incubándose en los campos de entrenamiento de Al Qaeda o cortejados en las mezquitas y las madrassas de Occidente?