¿Independencia judicial?

La gripe de Rubalcaba ha llevado a aplazar hasta el martes de la próxima semana la renovación del Consejo General de Poder Judicial (CGPJ) y no puede participar en la negociación. El grupo socialista solicitó este lunes en la Mesa del Congreso una nueva prórroga. El plazo, que expiraba este martes, se prolonga una semana más y tendrá que estar cerrado el próximo martes.

La mascarada de la independencia judicial se ha visto coronada este lunes por unas gotas de esperpento: toda una renovación del órgano de gobierno de los jueces se ha visto retrasada porque el líder del partido de la oposición tiene gripe. Para más inri, provocará todavía un mayor retraso debido a otro problema de salud: la operación del Rey el próximo día 21, que impedirá a los nuevos miembros del CGPJ jurar su cargo ante el monarca hasta no se sabe cuándo.

Se sabe de sobra que los partidos políticos se reparten la tarta judicial, especialmente desde la infame reforma de Gallardón, pero es que ya ni siquiera se preocupan lo más mínimo en disimular que todo es una mascarada.

Es decir, el gobierno de los jueces ni siquiera lo decide un Parlamento realmente soberano, conformado por diputados responsables que responden ante sus votantes –que ya sería un método discutible–, sino que es el producto de un trueque entre dos señores con barba. Y si uno de ellos no puede comparecer en el reparto, se suspende el apaño hasta nueva noticia.

Así los ciudadanos que ya hace tiempo que hemos dejado de confiar en la justicia, a menos en los altos niveles, contemplamos atónitos como existen diferentes decisiones contradictorias entre el Tribunal Supremo  el Constitucional y la Audiencia Nacional como ahora mismo la interpretación de la sentencia del tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, otro tribunal político pero dentro el marco europeo. Así quienes  tienen el poder de hacerlo, pueden obtener sentencias a medida de sus intereses según sean las mayorías de cada uno de ellos. Todos ellos no hacen más que estar a disposición de poder político de turno para que la justicia no consiga ni rozarles en lo que a ellos se refiere. Ellos todos estos filtros consiguen desactivar casos tan flagrantes de corrupción como los que están ocurriendo en nuestro país.

Asi con que los dos señores de la barba mas los otros que los apoyan han conseguido llevar al ralenti o a su archivo lo de Luis Bárcenas, Jordi Pujol, Los ERES y los sindicatos de Andalucía, José Blanco, Pallerols, la Infanta Cristina y tantos y tantos hechos que ni siquiera en contadas ocasiones los fiscales se molestan en averiguar, toda vez que ya saben que probablemente van a acabar en nada. 

Quizá sea optimista pensar que nada de esto pasaría si, en lugar de una Justicia controlada hasta el ridículo por los líderes de los partidos, imperase aquí una auténtica separación de poderes; si el futuro profesional de los jueces que instruyen y juzgan casos de corrupción no dependiese de la misma cúpula partidista que en no pocas ocasiones está implicada en los delitos juzgados; si decisiones clave como las del Tribunal Supremo o el Constitucional no se pudieran telegrafiar desde el poder político. No, probablemente España tampoco sería perfecta con una Justicia independiente, pero sí sería mucho mejor si el gobierno de los jueces no dependiese de la gripe de Rubalcaba.