La cuentas del Honorable Mas
La torpeza con la que, en ocasiones, se desenvuelven los
políticos da lugar a acontecimientos inesperados, a veces felices y otras más
bien lamentables. El admirado paleobiólogo, hoy desaparecido, Stephen Jay Gould
contó una vez que si George Canning –que fue ministro de asuntos exteriores del
Reino Unido en 1814– no hubiera errado el tiro en el duelo que mantuvo con
Robert Stewart, vizconde de Castlereagh, tal vez éste no habría tenido la
ocasión de suicidarse el 18 de agosto de 1822, poniendo así en evidencia los
desastrosos designios de la melancolía. Una enfermedad ésta que, por cierto,
también impregnó a Robert FitzRoy, sobrino de Castlereagh, quien siendo aún muy
joven, con tan sólo veintitrés años, tomó el mando del Beagle justo después de
que el capitán que le precedió hubiera sufrido un trastorno mental y se hubiera
pegado, con acierto, un tiro. El caso es que FitzRoy tomó a Charles Darwin a su
servicio para que lo acompañara durante el largo viaje de casi cinco años que,
siguiendo las órdenes del Almirantazgo, emprendió al final de 1831con su navío,
y pudiera así mitigar la soledad a la que las leyes británicas sometían a los
mandos de los buques de la Marina Real. En definitiva, la torpeza del ministro
Canning condujo, a través de tan rocambolesca mediación, a uno de los
acontecimientos más felices de la ciencia moderna como fue la publicación, casi
tres décadas más tarde, de El origen de las especies.
Pero el desacierto de los políticos puede conducir también
al infortunio. Tal ha sido el caso del Honrable Mas, presidente de Cataluña,
cuando la semana pasada, en medio de la barahúnda financiera, tuvo la
ocurrencia de mentar el fantasma del impago –de eso que en la jerga de los
economistas se conoce como default– a la vez que reclamaba del Estado "la
tesorería suficiente para pagar; y pagar a tiempo, porque todos tenemos
facturas por pagar a fin de mes". Ni que decir tiene que, en este mundo actual
en el que la información –incompleta, sin duda, y procesada en mensajes de
pocas palabras, también– circula a la velocidad de la luz, los operadores de
los mercados de deuda no se lo pensaron dos veces para exigir mayores
rentabilidades en compensación de los riesgos y la prima correspondiente
emprendió un rápido ascenso hasta rozar los quinientos puntos.
De que el Honorable Mas no tenía la menor intención de
revolver las ya turbulentas aguas financieras españolas, no me cabe la menor
duda. Pero no estamos aquí para valorar intenciones, sino para apreciar las
circunstancias del caso y sus consecuencias. Esas circunstancias comienzan, sin
duda, en las desastrosas finanzas públicas de Cataluña, herencia de los
dispendios de la administración socialista-republicana que precedió al Gobierno
de Mas, y de la insuficiencia de la política de austeridad progresiva que,
administrada a plazos, éste ha practicado durante los ya casi dos años y medio
de su presidencia. Como consecuencia, la administración catalana ha acumulado
ya una deuda próxima a los 42.000 millones de euros cuyos vencimientos en este
año se acercan a los 13.500 millones. Ello, frente a unos ingresos fiscales de
17.900 millones y unas transferencias de 5.200, hace que la disponibilidad de
recursos para sostener la Administración sea muy precaria y haga ineludibles
nuevas emisiones de deuda que se estiman próximas a 5.000 millones adicionales.
Otra de las circunstancias del caso viene dada por la
rivalidad entre Mas y Durán Lleida –y entre sus respectivos partidos– por el
liderazgo ideológico de la derecha nacionalista, pues mientras aquél se escora
cada vez más hacia el independentismo, éste se presenta bajo la bandera de un
autonomismo con pretensiones de ampliación de su espacio político, aunque
integrado en España y con disposición a colaborar en las tareas del Estado. Y
lo cierto es que las declaraciones de Mas le sorprendieron a Durán en las
puertas de La Moncloa, donde tuvo que hacer encaje de bolillos para salir
airoso del embrollo declarando que "si hace falta dinero para este mes
nadie tiene que explicarlo, y Artur Mas no lo ha hecho", para añadir a
continuación que "de ninguna manera el president ha solicitado la
intervención de Cataluña; no hay motivo para el rescate".
Pero también se anota en la intervención de Mas una
apelación al recurrente tópico del déficit fiscal, con lo que, por una parte,
se pretende señalar a los catalanes que el recorte de los gastos de la
Generalitat tiene su raíz en las exigencias del Estado; y por otra, se busca
abundar en la idea de que, fuera de España, Cataluña afrontaría la crisis con
bastante holgura. Y así el Honorable Presidente afirmó que ese déficit fiscal
es de 16.000 millones de euros, una cantidad que, si fuera cierta, bastaría
para enjugar en poco tiempo la deuda catalana.
Veamos entonces la cifra de marras. Su origen no es otro que
la última estimación de la balanza fiscal de Cataluña, referida a 2009 y
publicada por la Generalitat en un documento avalado por conocidos y, sin duda,
prestigiosos economistas que han formado parte del correspondiente grupo de
trabajo. Sin embargo, detrás de ella hay opciones metodológicas muy
discutibles, tal como ha destacado Convivencia Cívica Catalana, la combativa
asociación que preside el Catedrático de la Universidad de Barcelona Paco Caja.
En un documento muy trabajado esta asociación ha destacado que, para su
cálculo, el Gobierno catalán ha incurrido en cinco trampas:
1. Utilizar la técnica del flujo monetario, de acuerdo con
la cual los ingresos y gastos se imputan en función del territorio en el que
tienen lugar, lo que impide tener en cuenta si las personas que pagan los
impuestos o las que reciben el gasto del Estado residen o no, efectivamente,
dentro de él.
2. Sobrevalorar los impuestos pagados en Cataluña al Estado
al incluir en la cantidad correspondiente los pagos de no residentes.
3. Minimizar los gastos del Estado en Cataluña al excluir de
este concepto la mayor parte de los gastos en Asuntos Exteriores, Justicia,
Defensa, Servicios Sociales, Gestión de la Administración Central, Deuda
Pública y un variado elenco de organismos que van desde la Agencia Española del
Medicamento hasta el Consejo de Seguridad Nuclear.
4. Sumar el déficit fiscal de Cataluña con la Unión Europea.
5. Restar el déficit del Estado, lo que supone incurrir en
una doble contabilización.
Con estos procedimientos la Generalitat llega a la bonita
cifra de 16.409 millones de euros mencionada por el Honorable Mas. Pero si, en
vez de inventar las aludidas trampas, se empleara una metodología
académicamente más aceptable –nos dice Convivencia Cívica–, entonces el déficit
fiscal catalán se trastocaría en un superávit de 4.015 millones de euros.
Porque, contra lo que machaconamente se repite por los nacionalistas catalanes,
el saldo fiscal fue negativo para Cataluña hasta 2008 y dejó de serlo desde el
año siguiente. A nadie que conozca un poco las relaciones económicas entre
Cataluña y el resto de España le puede sorprender esto, pues, con la crisis,
las cosas han cambiado sustancialmente y Cataluña ha ido perdiendo su posición
preeminente en el mercado nacional. Por ejemplo, el saldo comercial de la
región con las demás Comunidades Autónomas ha pasado de registrar un superávit
de 17.191 millones de euros en 2008 a otro de sólo 4.643 millones en 2011; y
también, desde 2010, la Seguridad Social es deficitaria en Cataluña.
En resumen, al Honorable Mas le van fallando los argumentos
económicos tradicionales del nacionalismo y ahora es desde las demás regiones
de España desde donde se transfieren recursos para equilibrar las cuentas del
gasto del Estado en Cataluña. Claro que ello no ha bastado para sujetar su
imprudente verborrea identitario-financiera y la prima de riesgo de la deuda
española –ayudada por otros políticos incontinentes, nacionales y europeos– ha
continuado subiendo en los días posteriores a los de la verbalización de sus
excesos. Confiemos en que no sea por mucho tiempo.
Mikel Buesa
ANS
ResponderEliminarEL HONORABLE MAS, A VECES, HABLA DE
ESTADO PLURINACIONAL Y DE FEDERALISMO.
En qué época han habido naciones en España a lo largo de la historia? He puesto sumo interés en buscar a las pretendidas naciones y no las encuentro por ningún lado. !Que fastidio!
Como ya he comentado en alguna otra ocasión,
en la Edad Media se hablaba, a veces, "de nacionalidad castellana", "de nacionalidad andaluza", de "nacionalidad vasca", de "nacionalidad catalana", etc. pero se referian única y exclusivamente al LUGAR DE NACIMIENTO, no a que los habitantes de dichos territorios
conformaran una nación, porque EN LA EDAD MEDIA NO HABIAN NACIONES, sino reinos, principados, condados, etc.
El concepto moderno de NACIÓN surge con la Revolución Francesa y se lo atribuyen los tres paises más antiguos de occidente que
no son otros que ESPAÑA, FRANCIA y GRAN BRETAÑA, los demás estaban en fase de unificación como ALEMANIA, ITALIA, etc.
de ahí su FEDERALISMO que tiende hacia la unidad.
El FEDERALISMO sirve para estos últimos paises pero NO SIRVE PARA LOS PAISES YA UNIDOS Y MÁS ANTIGUOS DE OCCIDENTE que he citado anteriormente, porque seria ir hacia la regresión.
Es lógico, una cosa unida no la puedes desunir con el Federalismo, aunque a los secesionistas el Federalismo tampoco les hace mucha gracia,
porque es una especie del "café para todos" actual, pero más estricto y controlado
El maestro José Ortega y Gasset lo dejó muy claro en varios discursos efectuados en las Cortes Constituyents allá por 1931.
Sugiero su lectura y muchas otras en la compilación del libro
DISCURSOS POLÍTICOS,
editado por Alianza Editorial, núm. 500.
cipreses
ResponderEliminarDE honorable nada, vividor
Jose Manuel Perez Valdés
ResponderEliminarHonorable u Orinable?