Amago sindical

La reforma laboral aprobada el viernes no es perfecta, pero no por ser demasiado radical y demasiado liberal, como afirma la izquierda extrema, sino, en todo caso, por serlo insuficientemente. Por ello los sindicatos que han estado amenazando hasta ayer con una huelga general inmediata, han reculado y amenazan solo con manifestaciones la primera para el día 19 en las distintas ciudades de España. Con todo puntualiza que seguirán movilizando a la sociedad, "si nos siguen".

Ante preguntas de si van a convocar la huelga general anteriormente pregonada, tanto Fernández Toxo como Cándido Méndez han dejado ver cierta inseguridad y temor a la convocatoria de una huelga para la que, da la sensación, se ven sin muchos apoyos.

Los sindicatos de izquierdas han reunido este sábado dos delegaciones de sus ejecutivas –encabezadas por Méndez y Toxo- y han dicho que ofrecerán al Gobierno que negocie una reforma inaceptable, en su opinión amenazando con movilizaciones progresivas en el caso de que no consigan modificar el texto de la ley.

Lo cierto es que los sindicatos no están condiciones de convocar una huelga general que podría representar un nuevo fracaso ni les interesa hacer demasiado ruido en este momento ya que no solamente se mantiene intacta la bolsa de la formación sino que se ha incrementado el presupuesto por esta ley con la obligación de dar 20 horas a todos los trabajadores  en activo y apenas se ha rebajado su financiación directa en un 20% y creen que pueden estar a tiempo de tomar medidas mas radicales en el caso que su financiación pueda peligrar.

Es verdad que los sindicatos, y la izquierda en general, han perdido gran parte de su legitimidad tras esa desastrosa gestión de las finanzas públicas y del mercado laboral, pero el irresponsable riesgo de una escalada en la conflictividad social sigue ahí y no porque el mercado laboral se haya abierto al fin un poquito, sino porque algunos han gozado durante décadas de las mieles de mantenerlo cerrado a cal y canto, de modo que cualquier liberalización la observan como una intolerable amenaza a sus privilegios.

Como el escorpión en la fábula de Esopo, está en la naturaleza del sindicalismo espolear el resentimiento, el frentismo y, en definitiva, la "lucha" de clases. Por desgracia, nada nuevo bajo el Sol: llevan siglo y medio promoviendo la incivilización anticapitalista y no parece que estén demasiado interesados en rectificar, sobre todo cuando han convertido a afrenta permanente a la sociedad abierta y a la cooperación social pacífica en su muy rentable modo de vida.

Habrá que ver los nuevos movimientos del Gobierno a partir de marzo, cuado tengan que actualizarse los contratos para la formación de trabajadores fuente imprescindible para la financiación de los sindicatos y especialmente en lo que lo que va a ocurrir con los trabajadores de empresas públicas, una vez abierta la espita de los despidos gracias a este decreto,