Jordi Sànchez, el candidato

Las primeras declaraciones en el juicio del procés de Jordi Sànchez
Jordi Sànchez, el candidato

No ha podido elegir peor día Jordi Sánchez para afirmar ante el Tribunal Supremo que no hubo violencia en el asalto a Consejería de Economía del 20 de septiembre de 2017. Y es que mientras el expresidente de la ANC mentía desde el banquillo, en Cataluña se volvía a constatar que el separatismo no sólo es violento, en contra de todo lo que proclama, sino que no puede ser otra cosa que violento, tal y como lo fue en aquella nefasta jornada.

Quienes sigan el juicio contra los políticos catalanes presos han tenido que sorprenderse al oír a Jordi Sànchez cuando explicaba ante el tribunal que tanto el conseller de Interior de la Generalitat, Joaquim Forn, como el jefe máximo de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, recurrieron a sus servicios el 20 de septiembre de 2017 para controlar a la turba que se manifestaba ante la Consejería de Economía y que colapsaba el centro de Barcelona.

Ayer Sànchez deponía como un campeón de la no violencia mientras en Cataluña se llevaba a cabo una huelga general con barricadas y neumáticos ardiendo en autopistas y autovías, asaltos de estaciones de trenes y enfrentamientos con los Mossos d'Esquadra a cargo de piquetes de los Comités de Defensa de la República (CDR).

En su calidad de presidente de la ANC, había convocado la protesta y era quien tenía más posibilidades de reconducir la situación, que se había convertido en algo peligroso con agentes de la Guardia Civil y funcionarios de justicia rodeados por decenas de miles de manifestantes.

Esa imagen, la del dirigente de una organización civil poniéndose al frente de una crisis tan importante como aquella, es el retrato fiel de hasta dónde había llegado la degradación política en Cataluña y cómo estaba el país en aquellas fechas.

Jordi Sánchez tiene un largo recorrido en el campo de la subversión. Bajo la dirección de Sànchez, El 12 de noviembre de 1985 el Secretario General de Herri BatasunaTxomin Ziluaga participó en un acto de La Crida en las Cocheras de Sants, «en solidaridad con Euskadi y por la negociación política con el Estado español que plantea Herri Batasuna para conseguir una tregua en la lucha armada». Sánchez afirmó en ese acto que «el de Euskadi es un problema político».

Sanchez, un viejo experto en manifestaciones --portavoz de la Crida a la solidaritat durante diez años--, llegó a convertirse en un elemento clave del diseño del camino hacia la República, fue interlocutor preferente de la Presidencia cuando   organizó mítines con Herri Batasuna y participó en los sanedrines que convocaba Carles Puigdemont para monitorizar el procés. 

Fue candidato de consenso a la investidura como presidente de la Generalitat y ayer emuló al Junqueras de la semana anterior y dio un mitin al Tribunal Supremo en calidad otra vez de candidato. Pero, ¿candidato a qué? El forma parte, como Torra y Puigdemont, de esa visión alejada de la realidad, la que les hace decir una y otra vez cosas como Som República, de ese colectivo de irreductibles que viven en otro mundo, en uno que solo ellos ven. Están iluminados.

Comentarios

  1. Juan Fco Arroquia Garrido

    Lo de ayer en Cataluña no fue una huelga general. En primer lugar, porque no fue general. En segundo lugar porque no fue una huelga. Al menos, no fue una huelga en términos del derecho reconocido en la Constitución a los trabajadores para la defensa de sus intereses. (Artículo 28.2 Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses)
    Ayer, no se defendía derecho alguno de los trabajadores.
    Ayer en Cataluña asistimos a una revuelta pública y tumultuaria (menos tumultuaria de lo que deseaban los organizadores, dirigidos por un asesino convicto, pero tumultuaria) para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las Leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales. En este caso, para coaccionar al Tribunal Supremo en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales.
    Y esto, según el artículo 544 del código penal, no es una huelga, ni general ni particular, es un delito de sedición, cuando no de rebelión.

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