“El Rey del Caos”

“El Rey del Caos”

Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid y conocido socialista, ha definido a José Luis Rodríguez Zapatero en su blog como el “Rey del Caos” dice que ha creado una nueva Geometría política, cuyo axioma se enuncia así: “la distancia más corta entre dos puntos nunca es la línea recta”. Y añade que sus saltos adelante siempre se produjeron en medio del caos. Y cuando no había desorden, lo provocaba él, pues es un maestro a la hora de transitar por “senderos que se bifurcan”. Y añade que es un revolucionario hasta de la Física, pues no se le ha resistido ni el segundo principio de la Termodinámica (la cantidad de entropía –es decir, el desorden interno del universo– tiende a incrementarse con el tiempo), que es para todos una maldición excepto para ZP, que lo considera una dicha.

Para el momento de su marcha el pretendía prologar su hasta el infinito su teoría y había elegido a alguien inconsistente e incapaz de movilizar a las masas en otra dirección que no fuera la seguida por el mismo y el instrumento que había encontrado eran unas “primarias” mediante las cuales poder elevar a los altares a Carme Chacón y enterrar así a la siempre odiada vieja guardia en la persona de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero "a ZP se le ha visto la mano con la piedra dentro antes de tiempo". Lo escribía hace unos días alguien que no me acuerdo: “Lo único que pretendia ZP con este rito sucesorio era intentar demostrar que la imagen mediática puede transformar la nada en apariencia”.

Pues bien “el rey del caos” ha muerto, mientras estaba ocupado en combatir a su principal enemigo, que desde siempre ha sido el pueblo español, cuando su enemigo secundario, que no es más que Alfredo Pérez Rubalcaba que ha dado fin a su vida por la espalda.  Y la heredera que el rey tenía prevista para perpetuar su gloria hasta el infinito, ha sido apartada de la sucesión.

Llevamos ya unos días del velatorio de Rodríguez Zapatero que sigue de cuerpo presente y no lo pueden enterrar hasta que unas elecciones lleven al limbo al socialismo para décadas. El cadáver está oliendo cada vez peor, mientras sus "viudas" y demás dolientes discuten si lo entierran, lo incineran o lo descuartizan. Llegado el momento de nombrar a su heredero, será su propio asesino, quien a partir de ahora va a ocuparse de borrar cualquier huella, no solo del crimen cometido sino también de despedir a los viudas y deudos que se han quedado sin herencia y le tocará limpiar la casa hasta que el nuevo inquilino salido de las urnas se haga cargo de la herencia donde no hay más que cuantiosas deudas, mientras por los alrededores de la casa doliente las hienas están esperando su ración de carroña.