Reunión de pastores...

Que nadie se llame a engaño, esta reforma de la Constitución proyectada a toda prisa entre Zapatero y Rajoy, con la limitación del desequilibrio presupuestario que se especificará  en una ley orgánica no servirá para evitar en un futuro pueda surgir otro Zapatero manirroto que nos lleve a una situación como la que actualmente estamos viviendo.

Si ya cabían pocas esperanzas de que los socialistas se fueran a someter a una rígida limitación del déficit el pasado martes, no habrá ninguna en el caso de que prospere la idea de Rubalcaba de no especificar en la Constitución la cifra a la que debe quedar restringido ese déficit. Bastará en un futuro con que una eventual mayoría del PSOE y de sus aliados nacionalistas la modifique para que vuelvan a las andadas. El acuerdo no tiene nada que ver con el pacto presupuestario que firmaron PP y PSOE y que Zapatero se apresuró a derogar nada más entrar a gobernar.

Hay que aclarar que siempre se está hablando de la reducción del déficit estructural que es un coladero y alguien puede confundir por una simple  diferencia entre ingresos y gastos del estado. Aquí hay trampa. A este resultado hay que restar todo aquello (catástrofes extraordinarias, periodos de crisis o recesión) que puedan afectar al ciclo económico, por lo que nunca se podrá alcanzarse como meta el déficit cero.  

Esta puede ser la última representación del PSOE para mostrarse a la opinión pública como un defensor de la honestidad y el equilibrio presupuestario, cuando no ha hecho más que transgredirlo sin tasa  durante los últimos años. Porque esta se trata una comedia consensuada con Sarkozy y Merkel, esta última apremiada por sus votantes que ven con desesperanza como los socios europeos del sur están dilapidando su riqueza conseguida con su esfuerzo. Ellos ya han llevado la modificación a sus Constituciones. A ver si así entre todos consiguen engañar a los mercados.

La enmienda sobre los límites al déficit público constituía una ocasión ideal para empezar a recomponer la situación y que el Estado comenzara a recuperar poderes y capacidades que jamás debió perder. Pero entre que en el PSOE son federalistas y que el modelo de España del PP es un modelo acomodaticio según las circunstancias se ha dejado escapar una oportunidad de oro para poner orden en el creciente desmadre que es el Estado de las autonomías.

Esta modificación de la Constitución no es más que un paripé de cara al electorado español, ya que al no existir limitaciones claras en el manejo de los presupuestos y no existir legislación que castigue comportamientos irresponsables, lo deja en papel mojado. Así veremos desaparecer nuestras esperanzas de que sea el Partido Popular sea quien le ponga topes al despilfarro y la corrupción por parte de la casta política.