¿Reformar la Constitucion?

Ayer el presidente del gobierno Zapatero y el líder de la oposición Rajoy se pusieron de acuerdo por primera vez en siete años en que hay que reformar la Constitución para incluir algún artículo que fije el límite del déficit presupuestario, tan exigido por Merkel y Sarkozy, los mandatarios de las dos principales locomotoras europeas. Una actitud que resulta un tanto frívola e irresponsable, y que denota la escasa calidad y preparación de los dos políticos españoles. Tengo la sensación que esto va pueda ser una nueva trampa de Zapatero para poner en dificultades a Rajoy para cuando tenga que asumir el poder. Siete años de para no ponerse de acuerdo en nada tirándose los trastos a la cabeza y ayer se les ocurre esta gansada, creo yo innecesaria, que nos va tener entretenidos a toda la clase política, hasta que el irresponsable de la Moncloa haga sus maletas.

Por lo que yo sé, ellos van a limitarse solamente a poner un tope al despilfarro presupuestario accediendo a lo que le dicen Alemania y Francia  cuando pasó desapercibida la negación a Rajoy del contenido de una carta del BCE a Zapatero, parecida a la que recibió la pasada semana Berluconi y le obligó a hacer recortes en ayuntamientos y otras instituciones italianas, que al parecer es mucho más explícita sobre las medidas urgentes a tomar en cuanto a la propias dimensiones de la administraciones públicas actuales. 

En esos momentos delicados, la Ley de Leyes española, debería de dejarse como está, y resolver las cuestiones a través de otras leyes por debajo de la propia Constitución, que naturalmente también adolecen de defectos, y contiene muchísimas cuestiones que nos podría llevar a gravísimas consecuencias y crisis políticas para el país.

Tenemos actualmente muchos motivos para modificar nuestra Constitución que está dando evidentes síntomas de agotamiento, Porque la Constitución ya tiene muchos agujeros. Veamos algunos: Se cuestiona el estado de las autonomías, por ser excesivamente caras y despilfarradoras, por no añadir en la misma la cuestión de las autonomías históricas como el caso de la catalana o la vasca; el derecho de huelga se cuestiona sobre si termina con la falta al respeto a otras libertades constitucionales de terceros el derecho de los españoles a la enseñanza y si hay que centralizar de nuevo los programas educativos dada la disparidad de enseñanzas según sea el territorio que las imparte. El derecho a la vivienda, un derecho constitucional dudoso cuando los mismos poderes públicos en su afán recaudatorio han consentido que hubiera una tremenda especulación con la misma; El poder judicial, del que sabemos cuya composición es de acuerdo con intereses politizados; la cuestión de cierta ley de tinte “sálico” que impide el acceso al trono español a las nietas del actual rey de España; …..y todo un largo etcétera que haría políticamente muy peligroso cualquier cambio de algún artículo o simple coma de nuestra constitución vigente… etc. etc. etc.

No reformar la Constitución puede ser tremendamente peligroso para el país, llevándolo a una arriesgada inestabilidad, los catalanes ya han anunciado su oposición. La última Constitución vigente, ya costó mucho elaborarla, y tuvo un gran consenso en la que casi todas las fuerzas políticas cedieron algo, teniendo como trasfondo el doloroso recuerdo de nuestra Guerra Civil. Ahora no es el momento de tocar ni una coma de la misma.

Bastaría que durante este ínterin hasta las elecciones, que se incluyeran unos artículos que contemplaran el despilfarro como delito dentro del código penal con penas que castigaran severamente al gobernante que infringiera la ley con la inhabilitación para cargo público y modificar el Código Civil en el sentido que tuvieran que responder con su patrimonio particular. Con este simple cambio que no merecería ninguna modificación precipitado y probablemente errónea de la Constitución, podría estar resuelta esta cuestión para siempre. Ahora lo que va ocurrir es que toda esta baraúnda de políticos despilfarradores que han llevado nuestro país a la ruina, vayan a irse de la política simplemente de rositas. Todos los cambios constitucionales sería algo a estudiar más adelante y detenidamente por los políticos y ser aprobado en referéndum por los españoles. No hay que precipitarse porque después de siete largos años de descalificaciones dos señores se hayan puesto casualmente de acuerdo.  

Todo ello sólo demuestra, una vez más, la nula diligencia de nuestra clase política, especialmente de nuestra clase política socialista: como hemos tenido ocasión de comprobar durante estos ocho años, su principio de actuación sólo es el del oportunismo; cambiar de opinión según sople el viento. En este caso, al haber arruinado a España, al PSOE no le queda más remedio que transigir en algunas normas que atacan directamente sus prejuicios ideológicos más asentados. Bien la medida por el fondo pero desastrosa por las formas; sobre todo por las formas que dejan entrever una pérdida total de nuestra soberanía nacional.