El triunfalismo del Gobierno y la Encuesta de Población Activa (EPA)




Nadie debería llamarse a asombro por esa tasa del 26% de paro que tan feliz parece hacer al Gobierno en las últimas horas. Y ello por una razón bien simple, a saber, que España tenga al 26% de sus trabajadores con los brazos cruzados durante todo el día es lo normal. Y ya de paso, también a las del reparto provincial del desempleo. Eso les ayudaría, además de a quitarse la venda ideológica de los ojos, a descubrir dos hechos en verdad sintomáticos. El primero, que nuestras tasas escandalosas de paro no nacieron allá en la noche de los tiempos, sino que su origen se remonta a un instante muy preciso, las vísperas del ingreso de España en la Unión Europea. 

El Gobierno ha confirmado esta semana, por si quedaba alguna duda, que las políticas de austeridad y reformas estructurales para impulsar la economía han pasado al olvido. Lo único que importa ahora a la cúpula del PP son las citas electorales de 2014 y 2015 y, por tanto, no cabe poner en marcha nuevas medidas destinadas a facililitar el crecimiento, la creación de empleo y la reducción del déficit público. Así pues, España se tendrá que contentar con los escasos e insuficientes ajustes llevados a cabo en 2012, y aún menos en 2013, para salir del atolladero de la crisis. La visión de Moncloa es que ya no queda nada por hacer, salvo confiar en que el viento de la recuperación internacional siga soplando a favor para que el barco de la economía nacional llegue a buen puerto.


Esta complacencia es, precisamente, lo que se vislumbra a todas luces en el Programa de Estabilidad y el Plan de Reformas aprobado en Consejo de Ministros el pasado miércoles y remitido a Bruselas. El Gobierno ha elevado por tercera vez las previsiones económicas del país para los próximos cuatro años, tras estimar que el PIB crecerá un 1,2% este 2014 y un 1,8% adicional en 2015. Además, considera que la ocupación crecerá en 600.000 personas de aquí al cierre del siguiente ejercicio y el número de parados descenderá en 800.000. Asimismo, se compromete a reducir el déficit público al 5,5% del PIB este año, tres décimas por debajo del límite marcado por Bruselas. Con independencia de que se cumplan o no tales pronósticos, el Ejecutivo olvida que España se enfrenta a la recuperación más frágil y débil del mundo desarrollado, lo cual significa que el rumbo del crecimiento se podría truncar al mínimo tropiezo que surja durante la travesía, tal y como ya sucedió en 2010 y 2011.

Lo más grave, sin embargo, es que la actitud de brazos caídos que tanto caracteriza a Mariano Rajoy se produce en una de las situaciones económicas y laborales más dramáticas de las últimas décadas, como bien refleja la tasa de paro, anclada aún en el 26%, con casi seis millones de desempleados. El Gobierno se conforma con una leve y lenta recuperación, acompañada de una agónica creación de empleo, en lugar aprobar profundas reformas para liberalizar la enquistada estructura productiva y drásticos recortes de gasto para eliminar por completo el déficit. Los cambios normativos para flexibilizar el mercado de trabajo o facilitar la apertura y el desarrollo de las empresas brillan, simplemente, por su ausencia, al igual que las medidas destinadas a reformar el Estado del Bienestar o solventar la deficiente y despilfarradora Administración territorial.

Los datos de la EPA

Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) ha enfriado de golpe el optimismo de Gobierno en materia económica y ha servido de argumentos a oposición y sindicatos para que recrudezcan sus protestas y demuestren que la situación del mercado de trabajo del país está muy lejos de su mejora. España prácticamente descansa sobre los hombros del 30% de la población. El sector privado apenas ocupa a 14 millones de personas, el 30% de la población total, de cuya producción depende el conjunto del país.

La EPA no sólo es uno de los principales indicadores del mercado laboral, sino que también permite analizar la particular estructura poblacional que presenta España. El conjunto del país cuenta en la actualidad con algo más de 46,6 millones de residentes, según la última cifra demográfica publicada por el INE, el pasado julio.

Casi 8,5 millones son menores de 16 años, de modo que la población adulta asciende a 38,48 millones (82,6% del total), tal y como muestra la última EPA, correspondiente al primer trimestre de 2014. Y estos últimos, a su vez, se dividen en activos (en edad y disposición de trabajar), cuyo número roza los 22,9 millones, e inactivos, unos 15,6 millones, en donde se incluyen jubilados, pensionistas, estudiantes, personas con incapacidad o dedicadas a labores de hogar, entre otros. Así pues, a grandes rasgos, tan sólo la mitad de la población española (49,1%) está en edad y disposición de trabajar.

El problema, sin embargo, es que una parte sustancial de dicha población activa está en paro o bien trabaja para las Administraciones Públicas, cuya financiación depende, exclusivamente, de la recaudación de impuestos y, por tanto, de la capacidad de generar riqueza del sector privado (empresas, trabajadores y autónomos). En concreto, de los 22,9 millones de activos que registra España, unos 5,93 millones son parados (12,7% de la población total) y algo más de16,9 millones son ocupados (36,4%).


Pero, dentro de estos últimos, hay que tener en cuenta que más de 2,9 millones trabajan para el sector público (6,3% de la población), de modo que los autónomos y los asalariados del sector privado apenas ascienden a unos 14 millones de personas (30,1%). Es decir, el conjunto del país descansa, de una u otra forma, sobre poco menos de un tercio de la población total, tal y como detalla el siguiente gráfico basado en la EPA 

Este porcentaje se ha desplomado durante la crisis. No en vano, a mediados de 2007, el número de ocupados en el sector privado rondaba los 17,8 millones sobre una población total de 44,8 millones, equivalente al 39,7%. La crisis se ha llevado por delante unos 3,7 millones de empleos privados, mientras que las plantillas públicas tan sólo se han reducido en unos 75.000 efectivos desde 2007, un ajuste minimo. Número de empleados públicos durante la crisis. La destrucción laboral ronda los 3.8 millones en total, y la ocupación se sitíúa en mínimos de 2002.

España ha perdido en estos años casi el 19% del empleo total, tal y como muestra el siguiente gráfico elaborado por el blog Nada es Gratis, la mayor destrucción laboral de la historia reciente de España, muy superior a la crisis de los años 90 y 70.

Asimismo, el número de parados durante dicho período ha pasado de 1,8 millones en el tercer trimestre de 2007 a los 5,9 millones actuales, y la tasa de paro se ha disparado del 8% al 25,9%, multiplicándose por más de tres.Número de parados

Por último, la población inactiva ha crecido de 15,3 millones a cerca de 15,6 desde mediados de 2007. En la actualidad, el volumen de jubilados, otros pensionistas y personas con incapacidad ha subido de 7,99 millones a 8,9 millones, lo cual refleja el creciente envejecimiento de España.

Las crisis son tiempos de cambio que pueden ser aprovechados para hacer las cosas mejor o persistir en los errores del pasado. Rajoy, por desgracia, se contenta con su particular política de parches para garantizar que todo sigue más o menos igual, a diferencia de lo que, por ejemplo, hizo Alemania a principios de la pasada década, Suecia durante su crisis financiera en los años 90 o los países bálticos de Europa del Este en la actualidad. El conformismo y la complacencia que está demostrando Rajoy no son solo síntoma de dejadez, sino también de irresponsabilidad e incompetencia.

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