El discurso de MAFO

Quienes esperaban que Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) entonara este martes en el Congreso de los Diputados algo parecido a un mea culpa a cuenta de la responsabilidad que le compete en el desastre actual en que se ha convertido nuestro sistema financiero y la quiebra y desaparición de la mitad de sus entidades se equivocaron de medio a medio. A unos políticos complacientes sin ganas de saber realmente lo que ocurrió, para que el gobernador no se enterara de lo que ocurría en sus narices y ni siquiera llegara a leer los informes de sus inspectores y actuara al respecto.

Quién fue gobernador del Banco de España entre el 2006 y el 2012, se expandió elefantiásicamente hasta explotar llevándose por delante a la mayor parte de las cajas y no pocos de los bancos del sistema, se lavó tranquilamente las manos, cual Pilatos dispuesto ante el aguamanil a mirar desafiante al foro –que tampoco dio la talla, la verdad sea dicha-, de diputados que le interpelaba, se negó a hacer la menor autocrítica e incluso se permitió dar lecciones y repartir consejos. Una actuación muy completa, que le retrata como el tipo cínico, desvergonzado y pelín fanfarrón, de vuelta de todo, que siempre ha sido.

Particularmente estudiado fue el trato que le dio a Rodrigo Rato cuando le preguntaron sobre el tema Bankia, no vaya a ser que si le doy candela a él se le ocurra atizarme a mí y así su comparecencia para aclararnos el lio monumental que se ha producido bajo su manto se convirtió en un discurso de un comentarista político que por cierto  no ha tenido que ver con lo que ha ocurrido durante su gobierno.

Su principal gestión en el saneamiento de nuestro sistema financiero, que el pobre MAFO sigue considerando de los mejores de su especie, se ha saldado con una quiebra en cadena de entidades de ahorro, cuya supervisión le estaba encomendada como principal responsabilidad, con un altísimo coste para el contribuyente que ahora hay que cubrir con importantes subidas de impuestos.

Tampoco en la política de fusiones llevada a cabo en el sector fue capaz Fernández Ordóñez de reconocer el más mínimo desliz y ello a pesar de la evidencia palmaria de las presiones que, cuando el desastre era ya inevitable, puso en marcha para ahormar una serie de alianzas que finalmente resultaron fallidas con el coste añadido para el bolsillo del ciudadano.

Él está convencido que no ha tenido ninguna culpa en lo ocurrido, pero sí que hay culpables, claro está, y la lista es tan larga que cabría englobarla en “el resto del mundo”.  La culpa es de los mercados y sobre todo del Gobierno Rajoy, en general, y su ministro de Economía, Luis de Guindos, en particular, porque evidentemente la situación general ha empeorado en los siete meses que llevan en el poder. Zapatero –vino a decir MAFO- se equivocó cuando dijo aquello de que España tenía el mejor sistema financiero del mundo, pero aquel fue un error que no costó dinero.

Lo ocurrido es culpa de los errores cometidos en política económica; culpa de los intereses políticos cruzados existente en las cajas que convirtieron en ingobernables las entidades; culpa de la desaceleración económica, esto también, porque, claro está, si la economía hubiera ido bien, pues todos estaríamos felices y comiendo perdices, empezando por el propio MAFO, porque no hubiera habido ni desaceleración, ni paro, ni morosidad, ni nada de nada. Un mundo feliz. MAFO no tuvo nada que ver; MAFO pasaba por allí…