La lista de Mato



Un total de 426 medicamentos han sido excluidos del sistema público. La ministra de Sanidad, Ana Mato, debe de haber leído a Hipócrates, que aseguraba que no eran los remedios, sino la naturaleza la que realmente curaba. Así que menos tratamientos y más vida sana, que Hipócrates y Mato saben de qué hablan. Desde ayer la receta para conseguir un Voltarén (antiinflamatorio) o un Fortasec (antidiarreico), por poner dos ejemplos, tendrá el valor de un autógrafo del médico, pero no servirá para obtener estas pastillas con cargo a la Seguridad Social. Los ciudadanos deberán pagar la totalidad del precio de una larga serie de específicos de uso común, que se pueden encontrar en el botiquín de cualquier casa. Los colegios de médicos se quejan de que no han sido consultados acerca de cuáles deben quedar fuera y las asociaciones de farmacéuticos alertan de la subida de precios de los fármacos financiados. En un país con plena conciencia de que tendremos el Estado de bienestar que podamos financiar y ninguno más, no hubiera sido tan difícil establecer un consenso que otorgara toda la autoridad moral a la medida y diera la confianza suficiente a los ciudadanos. Pero la crisis estimula las decisiones rápidas, casi tanto como el efecto inmediato de algunos de estos específicos de la lista de Mato.

Entre los fármacos sin financiación pública figuran tratamientos contra la secreción gástrica, las migrañas, la ansiedad o los mucolíticos. Lo que es una pena, porque la política anda tan desnortada que el Almax nos ayuda a que no tengamos una úlcera antes de hora, el Hemicraneal nos despeja las preocupaciones ante la prima de riesgo desbocada, el Valium nos quita la ansiedad ante este futuro que nos niega Angela Merkel, y el Bisolvon nos permite respirar cuando el Gobierno anuncia el aumento del IVA reducido a productos de primera necesidad, como los alimentos o el transporte. Al menos hasta ahora teníamos unos cuantos específicos que nos permitían sobrevivir en mitad de la tormenta, sin que tuviéramos que acudir a nuestra hucha en forma de cerdito.

El Estado espera ahorrar con la medida unos 550 millones de euros, es decir, que entre todos deberemos gastar 550 millones que no empleábamos hasta ahora en fármacos. En su obligación de recortar, el Gobierno nos ha dejado sin los medicamentos para síntomas leves. Pero ya se sabe que las enfermedades leves fácilmente devienen graves. La misma crisis que hace cuatro años era una desaceleración transitoria de acuerdo con Zapatero, ha acabado por convertirse en el Apocalipsis, según Krugman. Desgraciadamente, lo peor que nos podía pasar es que, cuando llegue el fin del mundo, Ana Mato no nos pague las aspirinas para abordarlo con la cabeza despejada. Es más, ni siquiera nos financiará el Fortasec para cortarnos la diarrea por el miedo ante lo desconocido.

Marius Carol

Comentarios

  1. Funci cardat

    Planyo als farmacèutics. Els han adjudicat per l'article 69, fer de: Financiadors dels medicaments, funcionaris de salut informant de les propietats dels medicaments que ha receptat un metge, funcionaris d'atenció al públic informant de les parides de la Conselleria de Salut, funcionaris administratius de tramitació de receptes, funcionaris comptables recaudatoris, funcionaris de la secció de reclamacions dels clients contra la Conselleria de Salut i contra el govern, psicòlegs amb mà esquerra per atendre als recalcitrants i als mal informats, víctimes d'atracaments de drogadictes i lladres corrents, punt d'atenció primària, pediatres, magatzemistes, et., etc. etc. La òstia.

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