Lágrimas de cocodrilo

“Un poquitico más". De esta guisa ha definido Alfredo Pérez Rubalcaba a Amaiur la candidatura armada por los etarras, proetarras, filoetarras, simpatizantes, cooperadores necesarios o no, y demás herederos de la antigua Herri Batasuna que pronto va a figurar en promoción de las agencias de publicidad electoral. Para el candidato socialista a la presidencia del Gobierno de España, las víctimas son sólo un lastre, una especie de mosca cojonera que hay que soportar. Claro que para hacer comulgar a la mayoría de la sociedad española con ruedas de molino como esta, se requiere una conjunción de acontecimientos.

Desde que se emitió el comunicado de ETA, en el que, además de anunciar un "cese definitivo de la lucha armada", los terroristas alardeaban de su trayectoria criminal y ni se disolvían ni pedían perdón, las víctimas han manifestado su desconfianza y escepticismo, ellos siguen exigiendo un final con vencedores y vencidos, sin contraprestaciones, y continúan demandando memoria, dignidad y justicia para quienes sufrieron los atentados de la banda.

Esto ya no nos extraña lo más mínimo. El terrorismo, en el cálculo que realizan estos sociatas, que ha golpeado directamente a unas diez mil familias. Así, Rubalcaba estima que el resto de España, es decir, los casi cincuenta millones de personas restantes, prefieren la tranquilidad de saber que en lo sucesivo no se van a ver dañados por ningún atentado de la ETA. Se está cumpliendo la hoja de ruta diseñada entre ETA y los socialistas.

La euforia socialista por el comunicado de ETA se ha expresado este fin de semana en llantos de emoción durante el mítines de este sábado en San Sebastián es  un falso teatro de difícil representación. Las lágrimas de Odón, Patxi López y Rubalcaba no han sido las únicas. Francino en la Ser, Zapatero, o José María Calleja también se vieron superados por la emoción. Son lágrimas de malos actores que no han sabido ser buenas personas en relación al problema del terrorismo y están tratando de rentabilizar el comunicado de los asesinos de ETA; es su único clavo ardiendo. El panorama que estos descastados van a dejar al Partido Popular y al resto de los españoles, es para echarse a llorar a lágrima viva.