El paro que no cesa

Las cifras del tercer trimestre de la Encuesta de Población Activa nos han dado la certeza de que no podremos evitar la caída hacia el despeñadero de la miseria salvo que se haga un cambio general de las políticas de empleo. Son ya prácticamente cinco millones los españoles que no tienen trabajo y las cifras no paran de crecer. Debemos de agradecerlo a la inacción del Gobierno de Rodríguez Zapatero y la actitud cerril de los sindicatos que están impidiendo cualquier reforma del mercado laboral que restrinja sus privilegios y se pueda dar entrada al contingente de jóvenes preparados que desean acceder a un primer empleo.

Aquí, mientras haya dinero para pagar los 400 euros mensuales a los parados con cargas familiares, el trinque del PER y la renta básica de emancipación según las comunidades autónomas, la mayoría de la población valora su decisión electoral con una asepsia que provoca escalofríos.

En España, a estar sin trabajo cobrando un subsidio de risa se le llama disfrutar de un derecho y trabajar una obligación poco reconocida salvo casos extremos. Zapatero ha sido el gobernante que más ha extendido eso que los socialistas denominan "derechos sociales", en concreto el derecho a cobrar el paro. Pero después de varias prórrogas ya tenemos a cerca de millón y medio de españoles excluidos de este derecho que no traen un euro a su casa. Las familias o los comedores sociales han conseguido atemperar muchas de estas situaciones que empiezan a ser preocupantes por su gravedad.

En los campamentos de indignados podemos ver al posible votante de partidos de izquierdas que quiere ser esclavo de su gobierno, y cualquier posibilidad de que el estado pueda aflojar los grilletes que le sujetan a la mazmorra socialdemócrata la considera una amenaza para sus creencias y está decidido a combatirlo por cualquier medio, sin excluir las opciones más violentas en casos desesperados. Se anuncia un estallido social, posiblemente aplazado por los indignados y sindicatos hasta después de las elecciones y según sean los resultados.

En estos últimos años lo que ha primado en el terreno laboral no es el deseo de tener una economía pujante libre de trabas, donde el talento y el esfuerzo sean los motores del éxito y la generación de empleo, sino que el gobierno subsidie a todas sus víctimas cuyo agradecimiento suele transformarse en votos, que es de lo que se trata en último término. Se hará necesaria una terapia de choque para cambiar esta mentalidad de esta juventud sin esperanza y reiniciar el camino hacia la recuperación mediante el esfuerzo, el talento y la responsabilidad.