"Phileas Fogg" en Brasil

 

Artur Mas nos ha acostumbrado a que utilice un viaje al extranjero como presidente de una comunidad autónoma española para animar a los activistas de los casales y lanzar discursos incendiarios por donde le quieran oír sobre sus conflictos con España, que interesan solo a sus avanzadillas destacadas allí aplaudiendo, a cambio de un puesto en la avanzadilla o una generosa subvención

Esta vez ha sido en Brasil, en un largo periplo de seis días acompañado de representantes de 60 empresas e instituciones catalanas, una visita de en la que ha mantenido contactos comerciales orientados a ampliar la presencia de firmas catalanas en el gigante latinoamericano visitando  empresas catalanas allí afincadas. Salvo algunos dirigentes regionales, no ha conseguido reunirse con ninguna autoridad del gobierno brasileño  donde esta semana el político nacionalista, además de gastarse el dinero de sus contribuyentes sin una utilidad demasiado clara, ha vuelto a la cantinela de siempre del "Madrid ens roba" como justificación.  El discurso del nacionalismo catalán en lo que respecta a las balanzas fiscales se basa en mentiras o medias verdades que sería muy sencillo desmontar si hubiera voluntad política.

Por eso, incluso aunque en esta ocasión los datos fueran ciertos –en el sentido de que las entradas y salidas de ingresos según el modelo de financiación sean las que asegura la Generalidad–, sería necesaria una respuesta contundente por parte de Hacienda, basada en las cifras reales de todo el sistema y en argumentos de peso. Podría Cristóbal Montoro comenzar mostrando a todos los españoles (especialmente a los catalanes, anestesiados por una prensa sumisa y vendida al poder político) los datos del informe con el que Convivencia Cívica Catalana desenmascaró las triquiñuelas de Mas.

Luego, podría recordar que todos los sistemas de financiación se han pactado entre Moncloa y el Gobierno de la Generalidad. González-Pujol, Aznar-Pujol, Zapatero-Carod Rovira: nunca se aprobó un cambio en esta cuestión sin la iniciativa y el apoyo directo de los partidos nacionalistas. Por lo tanto, si tan malo es el modelo para sus ciudadanos, deberían ser ellos los primeros en explicarlo.

Mientras esta semana Luis del Pino ha dado a conocer los datos de un estudio que el Centro de Investigaciones Sociológicas realizó en Cataluña entre los meses de noviembre y febrero pasados y que, por alguna extraña razón, no ha sido hecho público hasta ahora, con casi cinco meses de retraso.

En ese estudio, cuyo trabajo de campo es posterior a las últimas elecciones autonómicas que dieron la victoria a Artur Mas, se refleja que todo el ruido y la furia que caracterizan la vida oficial en Cataluña poco tienen que ver con los intereses de la gente de la calle.

Según esos datos, para el 55% de los catalanes el principal problema existente es el paro, para el 14% lo es la economía y para el 11%, la sanidad. El autogobierno solo es citado como principal problema por el 8% de los catalanes, la financiación autonómica por el 3% y la lengua catalana por el 1%.

Ya estamos en julio los fondos agotados, cerrando hospitales y los funcionarios sin la paga de verano.