De chivatazos y destrucción de pruebas

De chivatazos y destrucción de pruebas

Alfredo Pérez Rubalcaba continua mostrándose  como si no pasara nada, a pesar de lo que se va descubriendo y no parece tener la más mínima preocupación por las perspectivas judiciales por las nuevas pruebas que aparecen por doquier que van cerrando el círculo sobre su responsabilidad en el Atentado del 11 M y sobre el chivatazo del caso Faisán.

Esos dos asuntos forman parte de la agenda de la actualidad; aparecen un día sí y otro también en los medios y son fundamentales para desentrañar las posibles responsabilidades policiales y políticas en la ocultación y manipulación de pruebas. No se trata, por tanto, de historias ya prescritas, sino de expedientes en activo, de vigencia plena y cuyas consecuencias deberían haber incluido a estas alturas ya varias dimisiones, entre ellas las de Rubalcaba y su número dos, Camacho.

Ayer el juez del 11 M recibió al cabo de siete años, las normas internas  sobre las competencias de los Tedax que confirman que no tenían que ser ellos quienes analizaran e hicieran desaparecer los restos de los 4 trenes volatilizados, el tema estaba adjudicado a la policía científica  quienes tenían los medios adecuados para su custodia y análisis por cuya causa fue imposible conocer la marca y procedencia de los explosivos.  Posteriormente Rubalcaba ha intentado poner toda clase de dificultades para la investigación del mayor atentado, que cambió el rumbo político de este país.  Al vicepresidente parece bastarle un gesto para desactivar las iniciativas judiciales que puedan poner en riesgo sus planes.

La Guardia Civil ha demostrado que las grabaciones del momento del chivatazo fueron borradas voluntariamente ya no existía avería alguna en el sistema,  apuntando directamente a la cúpula de Interior quién dio la orden de hacer desaparecer las pruebas. Para demorar la investigación ha estado contando con la colaboración de un juez muy popular ahora imputado en tres causas distintas por prevaricación. A falta de esta cobertura la verdad se va conociendo lentamente. En otro país y estas alturas, la cúpula de Interior con Rubalcaba al frente debería de estar ya en cárcel.

Ante tantas evidencias, el Partido Popular no piensa presentar nuevas iniciativas pidiéndole explicaciones a Rubalcaba en el Parlamento a pesar de que las declaraciones de los policías, de los informes periciales, de los números de móvil, de las contradicciones, de los testimonios recabados y de los mismos hechos se desprenden responsabilidades sobre las que él tendría que responder como poco en sede parlamentaria. Todo ello no parece suficiente para que el PP ejerza de forma activa sus funciones y cuestione al vicepresidente sobre su papel en el chivatazo a la red de extorsión de ETA o sobre su demora en satisfacer las peticiones judiciales en torno al 11-M.

El personaje tiene una aureola de saber todo de todo el mundo y parece que es el miedo a que les pueda salpicarlos con temas como Gürtel y otras corrupciones, podrían ser lo que está frenando a la oposición para poder salir más abiertamente contra uno de los personajes más inquietantes y peligrosos que ha tenido esta democracia.