El discurso del rey







































El rey ha hablado. No ha dicho nada. Al menos, nada que pueda ser tomado como novedad. En definitiva, el mensaje que el ciudadano recibe puede sintetizarse así: “Todo está muy mal, pero la culpa no es mía, y por eso os animo a que hagáis un esfuerzo para soportarlo”. Sólo le ha faltado añadir que “hablando se entiende la gente”, como en aquella otra infausta ocasión. Su invitación a permanecer “juntos” ha sido igualmente tan genérica que sólo los más avezados arúspices podrán ver ahí una censura al separatismo.
 
Lo más político que el rey ha dicho en su discurso navideño es que hemos de recuperar el espíritu de la transición, en esa línea, ya tradicional, de nostalgia de “aquellos maravillosos años”. Es una cantinela que últimamente venimos escuchando en numerosas voces. El problema es que cada vez hay más razones para pensar que toda esta ruina que nos circunda es precisamente producto del “espíritu” de marras, un espíritu que básicamente ha consistido en solventar los problemas del Estado por la vía del chalaneo oligárquico –los acuerdos bajo la mesa entre partidos, banca, sindicatos, corona, etc.- y no a través de la arquitectura institucional. Los últimos diez años de nuestra historia –años negros- han borrado el espejismo del periodo precedente.
En realidad el gran debate político de España, hoy, debería ser justamente ese: si acaso la esclerosis que paraliza al país no será producto directo de una manera determinada de entender la vida pública; si el famoso “espíritu de la transición” no habrá sido tanto un remedio como una enfermedad, en la medida en que ha sustituido la democracia por la partitocracia y ha reemplazado el interés nacional por la conservación del propio sistema.
El discurso es, de todos modos, lo que puede esperarse de un rey constitucional que no puede ni debe meterse directamente en el juego político --tentación a la que ha sucumbido otras veces--. Es decir, se trata de una apelación al buen sentido, a la solución civilizada de las discrepancias, etc. Una exhortación de buenas intenciones, aunque las discrepancias hayan llegado ya a extremos tan  peligrosos como la abierta rebeldía contra España en que se han situado autoridades que se suponen parte del estado.  Exhortaciones que, como decía más arriba, pueden justificar cualquier salida y cada cual puede interpretar como quiera; pero un rey no tiene por qué ir más allá. Son los partidos y políticos quienes deben dar un sentido u otro a las exhortaciones.
La cuestión es si España se mantendrá como una verdadera nación o se descompondrá, se balcanizará en unos cuantos estados pequeños, impotentes y sometidos al juego de otras potencias, es el reto fundamental que se presenta hoy a la sociedad española. La deriva que ha llevado a esta situación ha sido alimentada no solo por los partidos separatistas, sino también, incluso más aún, por el PSOE y el PP. No es de esperar, por tanto, que sean estos los llamados a resolver un problema que ellos mismos han creado y con respecto al cual no se aprecia en ellos la menor lucidez, conocimiento profundo o firmeza. Estos políticos, frívolos e ignorantes, combinan el desconocimientos del fondo e historia de los separatismos con un desprecio o desinterés hacia la misma España, por mucho que ocasionalmente la llamen “gran nación”.
Don Juan Carlos se despidió reafirmando su “determinación de continuar estimulando la convivencia cívica”. Vale. Pero además hay una cosa que se llama Estado, de la que él es el jefe. La función del rey no es hacer de nexo de unión de la casta gobernante, sino mantener todo el Estado unido y fuerte. No sólo es su función: es lo único que cabalmente justifica su existencia.

Comentarios

  1. Jose A. Sanchez Jimenez

    ¿Sabéis el chiste de la viuda de Cristóbal Montoro en el funeral de Paul Krugman?...

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  2. Tino Pola Malo

    Si escribo lo que pienso de este tio y su familia puedo meterme en lios...

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  3. Jose Villar Campuzano

    Ah, pero dió un discurso? y dijo aquello de ; Me llena de orgullo y satisfaccion que la justicia sea igual para todos? pues oye, yo es que ni lo ví

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  4. Marta Soler

    La audiencia por los suelos, junto a la "democracia".

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  5. Mari Conchi Perez Parreño

    por eso no me molesté en escuchar el mensaje del rey ;sabía que no iba a decir nada de nada,sólo:bla,bla,bla.

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  6. Carlos Bustamante Garcia-mauriño

    a este lo mandaba yo a marte,y sin retorno...

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  7. Juan Art Abscons

    S.A.R es un traidor pro-inmigracionista.

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  8. Ricardo Richie

    unos ladrones los borbones a ver q coño hace ahi la estatua de sal esta. q no defiende a españa ni nada ,se dedica a comer del dinero publico

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