El descontrolado gasto público, un freno para la reactivación de la economía

La Administración general del Estado y las comunidades autónomas volverán para 2014 a su habitual ritmo de derroche del dinero de todos. Y muy especialmente estas últimas, que prevén en conjunto un crecimiento por encima del 4%. Todo ello antes de que se haya conseguido una especial reducción del gasto público en los dos primeros años de Rajoy.

Un incremento del gasto que se produce cuando la economía crecerá alrededor del 1%, según los más optimistas, en un entorno en el que la recuperación no se ha asentado ni mucho menos, y después de que el conjunto del Estado no haya conseguido reducir más que muy superficialmente el espantoso déficit que arrastra desde el inicio de la crisis.

La tan criticada austeridad y los recortes pregonados constantemente por la izquierda no han sido más que recortes especialmente en sanidad de cara a la galería destinados a impresionar al contribuyente para que salga a la calle con la amenaza del desmantelamiento del “estado de bienestar”, pero apenas se han reducido sus principales componentes del gasto.

A estas alturas a pesar de los escándalos habidos, todavía estamos asistiendo a las enormes partidas de dinero público destinado a sindicatos, partidos políticos o patronales bajo los enunciados mas inverosímiles que solo van destinados a mantener unas estructuras inviables en estos momentos.

La partida de personal de todas las Administraciones españolas sumó en 2012 unos 115.223 millones de euros, apenas 3.000 millones menos que en 2008. El sector público y el privado están íntimamente ligados. Si el público está sobredimensionado, atrofia al privado y lo ahoga, el coste se traduce en impuestos y la gente no tiene cash que gastar. ¿No podría fijarse un porcentaje de empleados públicos respecto a empleados privados?, por ejemplo…

Claro, que eso supondría un acuerdo PP-PSOE...Y ellos han llegado ya hace años a no tener acuerdo alguno para seguir manteniendo la ficción de democracia que padecemos. Y digo mas ¿Dónde podrían colocar a todos sus paniaguados o cesantes de la política sino en el sector público?

En este país los funcionarios son intocables, aprueban una oposición y a vivir, incluso aunque sean manifiestamente unos incompetentes... Otros aprueban exámenes y entrevistas a cargo de una empresa de selección de personal y/o del jefe de personal de la empresa, y se pueden quedar en la calle al día siguiente. Claro, cuando el paro aumenta, nos encontramos con un porcentaje de empleados públicos desorbitado, pero como no se les puede echar...

Y está meridianamente claro que el problema está en haberse cargado el INSALUD y haber creado 17 sanidades, en haberse cargado la educación y creado 17 educaciones etc.; en la cantidad de fundaciones, entes, entidades, consorcios, consejos, corporaciones, entes públicos empresariales, institutos, observatorios y el resto de fórmulas que se inventan nuestros políticos para colocar gente.

Es absurdo que existan 8.000 y pico municipios de los que sobran el 75%; en las CCAA que se crearon para dar gusto a los nacionalistas y, sin haber conseguido su objetivo pues están más montaraces que nunca, han sido foco de toda suerte de despilfarros, duplicidades, golferíos y corrupciones; y así un largo etc. que ya todo el mundo conoce. Y luego pues sí, la burocracia propiamente dicha de que para todo hay que pedir licencias, rellenar impresos, presentar toneladas de documentación que no sirve para nada etc.

Cuando salen estas noticias se suele apuntar a asesores y demás. Y sí, es indignante y un gasto que habría que recortar mañana mismo, por el concepto de pelotazo que a todos nos indigna. Los propios funcionarios suelen decir que por ahí se va el dinero. Pero no, es el chocolate del loro. Se suelen estimar en unos 10-15.000 la cifra de estos chupópteros. Aunque pongamos un sueldo de 60.000€ de media (que ya es una media alta!!!), estaríamos hablando de un gasto de 900 millones de euros. Una estupidez comparado con los 120.000 millones, un 0,7% del gasto total.

El sector público y el privado están íntimamente ligados. Si el público está sobredimensionado, atrofia al privado y lo ahoga, su elevado coste se traduce en impuestos y la gente no tiene dinero que gastar. 

Lo cierto es que en un país que ve en el gasto público la panacea, con unos contribuyentes que creen que "el dinero público no es de nadie", era necesario un Gobierno con un cierto coraje político para hacer las reformas y tomar las decisiones que embridaran ese gasto. Algo de lo que Mariano Rajoy no puede presumir.