La última etapa del chavismo

Nicolás Maduro se ha auto proclamado de una manera bastante precaria como presidente de Venezuela en las primeras elecciones desde la muerte de Hugo Chávez. Su sucesor ni siquiera tiene biografia que le acredite algún mérito que no sea la lealtad al difunto ante la ciudadanía, se trata del heredero del caudillo. El resultado con mas de 3.200 impugnaciones con  una diferencia escasa ante una oposición envalentonada y cada vez más próxima al poder, hace pensar que su mandato  estará siendo cuestionado desde el minuto uno.

Nicolás Maduro acaba de ver, muy de cerca, la fecha de caducidad del chavismo estampada en ese microscópico punto y medio de ventaja que le atribuye la victoria. Puede catalogarse de una derrota ya que ha tenido todas las ventajas que confiere al candidato del poder dentro un sistema político totalmente pervertido. Henrique Capriles ha obtenido la máxima victoria que le puede reconocer el régimen: un 49% de los votos y una diferencia de 235.000 papeletas. Porque tal comoo están las cosas ahora mismo, es imposible que el chavismo sea derrotado en las urnas.

Capriles al contrario dice que han existido toda clase de irregularidades y ha afirmado que los datos que él tiene son distintos de los que ofrece el Consejo Electoral y ha exigido un recuento mano a mano. Es prácticamente imposible que pueda dar un vuelco al resultado por lo que la oposición ya puede estar preparándose para la próxima confrontación, donde probablemente obtendrá el poder, eso si, con otro candidato de más entidad.

Habrá que esperar a ver que decisiones toma el elegido Maduro ante el escaso control del ejército que recela de su capacidad para afrontar la carestía de artículos de primera necesidad, como electricidad, leche, mantequilla o papel, por lo que muchos están convencidos que el chavismo sólo le va a sobrevivir durante el período de duelo. El vencedor necesitará de la ayuda del tirano de Cuba a cambio de 70.000 barriles para imponerse. La legitimidad carismática, decían, es intransferible y la necesidad apremia. Y probablemente tendrán razón.