Un viaje a ninguna parte
Esta semana pasada el príncipe Felipe ha dedicado cuatro días
en una visita a Cataluña que podía habérsela ahorrado. Durante el mismo no ha
hecho más que aguantar discursos amenazantes con mal talante del que hasta que
hasta que no cambie nada, es el máximo representante de la nación española en
Cataluña que culminó con la encerrona que le montaron en su visita al Mobile
World Congress, previa aportación de treinta millones por parte de los contribuyentes españoles.
La escena se repite una y otra vez en los medios como
reflejo del punto de no retorno en
el que se encuentra el país. De la enajenación de unos y de la baja estofa de
otros, en especial de cierta clase política que estaba esperando el motivo para
demostrar su desprecio al país que al menos hasta este momento están representando.
El Príncipe Felipe le tiende cortésmente la mano y
el empresario catalán le devuelve el gesto con un puñetazo directo y seco a la
boca del estómago: “No te la doy porque no nos reconocéis el derecho a votar. Te la daré
cuando nos dejéis hacer la consulta”. El heredero al trono trata de
reconducir la situación, pero su interlocutor se enroca: “No somos amigos e insisto en que
te daré la mano cuando nos dejéis hacer la consulta”. Acto seguido, el
presidente de la Generalitat, Artur
Mas, y el alcalde de Barcelona, Xavier
Trias, lejos de amonestar al empresario por su mala educación, le saludan
casi genuflexos, mientras el jefe protocolo de la Generalitat le da un abrazo allí mismo, después del éxito de su osada provocación.
No hay vuelta atrás. España y Cataluña marchan
indefectiblemente hacia el choque de trenes, hacia un precipicio hondo, muy
hondo, del que difícilmente se sale indemne. El Gobierno admite cierto grado de
indolencia en la cuestión independentista. No por desidia sino más bien por
esos dos primeros años de legislatura que les han succionado igual que un
agujero negro.
Ahora desde el Gobierno se quiere reconducir el asunto, pero
puede ser tarde. Treinta años de adoctrinamiento han cambiado la faz de
Cataluña y los catalanes que antes se dedicaban a sus fábricas o negocios y que
ahora con los cierres puestos y los empleados en la calle no tienen otra
obsesión por lo que piensa hacer el Estado Español, el enemigo que se han
fabricado para esconder el fracaso de algunos y la codicia de otros.
Y cómo se soluciona el problema catalán? “Con
dinero, con mucho dinero, tanto o más como el que la Generalitat está gastando
a espuertas para vender el proceso dentro y fuera de España”, confiesan
en La Moncloa. Vuelve a cobrar forma la idea de un ‘cupo catalán’. “Claro
que sí. Estamos en contacto con la Generalitat. El pacto fiscal es una de los
asuntos que estamos tratando”, admite el entorno del presidente, “pero
resulta complicado. El cupo se lo puedes dar a tres millones de personas
en País Vasco y Navarra… ¡pero a diez es imposible!”.
El Ejecutivo prohibirá la consulta y los independentistas
agitarán a las huestes con su bien engrasado “agitprop”, y harán de la
Plaza Catalunya su Plaza Thrir particular y amenazarán con una marcha
verde para ocupar las sedes de la Administración Central en Cataluña, Junqueras entrará
en el gobierno autonómico y se abrirá paso a codazos entre Mas y Homs, y luego
se convocarán elecciones plebiscitarias, y posiblemente gane el “Sí”, y
entonces zas, se acabó, no hay más
escapatoria que el choque de trenes.
Los más pérfidos van bisbiseando por ahí que quizá sea eso
lo que busca Rajoy, un encontronazo directo con los nacionalistas, sabedor de
que, en esa tesitura, el Estado tiene
todas las de ganar. El Estado es una apisonadora, el poder absoluto.
Ahí están los señores de la prensa y los reyes del kilovatio para dar
testimonio de ello. Dejando, eso sí, la carretera llena de muertos.
Por este motivo, sería bueno negociar y no llegar a tales
extremos. A fin de cuentas, todo se reduce a un cupo, a dinero, al vil metal.
Juan Antonio Cuesta
ResponderEliminarLos Borbones, siempre desde su instauración fueron y serán el cáncer de España. Empezaron entregando Gibraltar, nos trajeron 3 guerras civiles y, se irán rompiendo España. Una podrida, corrupta y antinacional familia.
José Antonio Madrid Inglés
ResponderEliminarEl intento de apaño borbónico con la oligarquía "catalanista" va a caer en saco roto: treinta años inoculando en la enseñanza y medios de comunicación el odio a España como concepto debe obtener ya su fruto. Ni cupo fiscal ni pacto con la Corona. A Mas le quedan dos telediarios, cuando llegue Junqueras con la Declaración Unilateral veremos no sólo que el Rey y el Príncipe han estado en Babia, sino que con sus actitudes evasivas o dialogantes han favorecido un proceso de secesión larvado ya en los años ochenta.
Nieves Cuenca Martinez
ResponderEliminarPartiendo de la premisa que la corona no ha actuado correctamente en los últimos tiempos, o en toda su historia, la monarquía es un fiel reflejo de su pueblo,incluidos sus políticos, con una perdida total de ética y moral que se transmite al pueblo y conlleva una falta de educación inadmisible ,ya sea rey o presidente de república.los políticos españoles han hecho de la corrupción una manera de vivir políticamente ética y correcta. Por ultimo prefiero la institución monárquica que la república
Regina De Las Heras
ResponderEliminarMe parece un articulo muy valiente, y, además, real. Es comprensible que los cortesanos intenten despedazarte. ¡Ánimo¡, sigue así
Antonio García Gómez ·
ResponderEliminarA mi el Príncipe me parece una excelente persona, aunque no estuvo sobrado de reflejos cuando le faltó al respeto el subnormal que no quiso darle la mano... De cualquier forma, demostró mucha mejor y mayor educación que el citado energúmeno, del que me gustaría saber el nombre de su empresa, para no comprarle nunca ningún producto o servicio...
No obstante, y por lo que respeta a su matrimonio, creo que metió la pata hasta el fondo. Claro que hay soluciones: divorcio, separación ó interrupción de la convivencia. España y la mayoría de los españoles se lo agradeceríamos.
Alberto Olivera Muxí
ResponderEliminarEs que la Generalita es osun conjunto de CARADURAS inconsciente de lo que esta produciendo a todos