El desbordamiento del Ebro pone de nuevo sobre la mesa la urgencia del PNH


La riada del Ebro vuelve a plantear la necesidad de interconectar las cuencas

El Ebro ha vuelto a desbordarse, el Sureste sigue sin agua y España, sin Plan Hidrológico Nacional.  La última riada del Ebro que ha anegado 20.000 hectáreas en Aragón y ha dejado pérdidas de más de 25 millones de euros en esta tierra se ha saldado, también, con un enorme caudal que ha acabado en el mar sin posibilidad alguna de ser guardado en embalses.

Cuando se produce el deshielo y tienen lugar las precipitaciones típicas de la primavera, el río Ebro suele desbordarse y provocar daños de consideración en las localidades ribereñas. Este año si el calor primaveral  produce el dehielo habitual de la gran cantidad de nieve acumulada se producirán por lo menos dos inundaciones en los lugares ya castigados por las lluvias del mes de abril.  En tremendo contraste, el Levante, que tiene la agricultura más intensiva, moderna y rentable de Europa, carece de los recursos hídricos necesarios para poder sacar adelante su producción y mantener centenares de miles de puestos de trabajo.

Mientras el Ebro acumula un caudal superior a los 2.500 hm3 por segundo en momentos de máxima crecida, los agricultores del Sureste ven sus explotaciones agonizar por falta de esa agua que se pierde en el Mediterráneo sin que nadie saque el menor provecho de ello. La situación es tan surrealista que el Ebro verterá al mar en poco más de una semana el agua que necesita el Sureste para satisfacer por un año las necesidades de la cuenca del Segura, el único río de España con déficit estructural.

El Plan Hidrológico Nacional

Los problemas formidables que lastran el desarrollo de la mejor agricultura del continente habrían desaparecido de haberse ejecutado el Plan Hidrológico Nacional aprobado por el último Gobierno de José María Aznar, en el que no sólo se contemplaba la llegada de agua dulce del Ebro a las tierras del Sureste, sino que se planteaba un vasto programa de infraestructuras para mejorar los aprovechamientos en la propia ribera del Ebro, pues todavía hay poblaciones cercanas al gran río que sufren en el periodo estival restricciones en el abastecimiento.


El PHN de Aznar no era un proyecto disruptivo ni surgido de la nada. Ya en 1933 el socialista Indalecio Prieto, al frente del Ministerio de Obras Públicas, elaboró un ambicioso plan hidrológico para acabar con las situaciones de sequía en las tierras levantinas. Sesenta años después, otro ministro socialista, Josep Borrell, abordó un nuevo PHN aún más ambicioso que el que finalmente aprobaría el Gobierno del PP, pues preveía el trasvase de 1.800 Hm3 del Ebro al Segura, frente a los 1.050 que finalmente quedaron fijados en el proyecto de Aznar.

Josep Borrell, ex ministro de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente de 1991 a 1996 durante el último Gobierno de Felipe González, fue el que más cerca estuvo de lograr un Plan Hidrológico Nacional eficaz, ya que contemplaba la interconexión de cuencas, lo que, en teoría, iba a resolver este grave problema que azota de forma periódica a la España seca. Sin embargo, las presiones y los enfrentamientos entre autonomías, echaron por tierra este ambicioso proyecto, que perseguía una justa redistribución de los recursos hídricos.

Sin embargo, otro socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, dio al traste con el proyecto trascendental al derogar el PHN por decreto ley nada más llegar a la Moncloa: pagaba así el peaje exigido por los separatistas catalanes. especialmente ERC, y el PSC a cambio del respaldo a su investidura. Así se dio la puntilla a una obra pública, para colmo financiada en su práctica totalidad con fondos europeos, que solucionaba la escasez de agua en una parte de España que podría experimentar un desarrollo agrícola extraordinario.

Desde entonces nada nuevo se ha hecho para que España pueda contar con un PHN que haga algo tan sencillo y de sentido común como llevar el agua que sobra y provoca inundaciones en el norte hacia el sur, donde es necesaria para la supervivencia de centenares de miles de familias.

Desalinizadoras

Paralelamente se apostó por la construcción de desalinazadoras en Levante. La ministra socialista Cristina Narbona creyó que era la mejor manera de acabar con la sequía en esta zona del territorio, pero siempre ha habido voces en contra, ya que al alto precio económico de construcción, gasto eléctrico y el vertido de salmuera hay que unir que sólo sirve para regar cierto tipo de arbolado, y su precio es más caro para el agricultor. El PP se apoyó en estas objeciones para rechazar su construcción, aunque el Gobierno de Rajoy parece haber cambiado ahora de opinión.


Todos los intentos de resolver a nivel estatal el problema del agua han terminado en fracaso, más o menos ostensibles, como consecuencia de lo que muchos han calificado de insolidaridad interterritorial, aunque el relato de todos no deja de estar sustentado en razones parciales consistentes, si bien, ninguno de los contendientes suele gozar de un respaldo argumental absoluto. Aquí, como en la lotería, las razones se reparten.

Todos tienen sus argumentos excluyentes en este complejo sudoku. Los aragoneses, los catalanes, los murcianos, los almerienses, los alicantinos; incluso los manchegos, que son, a la postre, los que han pagado el pato de la profunda divergencia que existe en torno al agua y en torno a quienes se consideran propietarios del líquido elemento. Ahí está la cuenca del Tajo, seca como la mojama, para sustentar tal afirmación.

La clase política autonómica utiliza este problema para enfrentar a los territorios, y las secciones locales de los partidos nacionales en las cuencas cedentes utilizan sin pudor esta absurda guerra del agua como gran baza electoral. En este punto, no habría que perder jamás de vista que la gestión de los recursos hídricos de la Nación es competencia exclusiva del Gobierno, que tiene la obligación de elaborar un PHN, tal y como establece la Ley de Aguas, aprobada por Felipe González (otro socialista) en 1985.

Con todos estos antecedentes, cabría preguntarse qué razones son las que impulsan a un partido como Ciudadanos a recibir una derrota en toda regla, cuando su intento de sacar un PHN sea derrotado y, además, ello suponga recoger el rechazo de las sociedades implicadas y sus respectivos votantes, todos ellos convencidos de que el agua es suya.

Comentarios

  1. Vicent Bosch

    Esto es lo que pasa por no tener políticos serios y que resuelvan los problemas hídricos de España, en especial de la zona Mediterránea, no puede venir el Sr. Zapatero y derogar el trasvase del Ebro ¡¡Por un puñado de votos¡¡ pero yo me pregunto ¿Porqué el Sr. Rajoy no ha hecho nada al respecto estando en mayoría? simplemente vergonzante, aunque eso y otras cosas más se pagarán en las urnas.

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  2. Jose Vicente Tello Calvo

    El agua emborracha más que el vino

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