El precio de la libertad o… ¿del libertinaje?
Estos últimos días solo hay un único tema en la política
española, el proyecto secesionista de Cataluña y sus derivadas. No hay dia sin
noticias cada vez más inquietantes, mientras el Gobierno de Rajoy guarda silencio y solo asegura que el referéndum
del 9-N no se va a producir ya que tiene preparada la réplica adecuada.
Artur Mas hablaba hace unos días que los empresarios catalanes
deben de pagar el "precio de la libertad", en clara alusión al impuesto revolucionario de Pujol y trasladar ese modo de
comportamiento a la realidad catalana y afectar no
sólo a empresas de mediano o gran tamaño. Ayer conocimos los estremecedores
relatos de comerciantes conminados a cerrar sus negocios el día 11 por la ANC
junto la exigencia de pago de un impuesto revolucionario para su causa.
Ayer también el diario el Mundo nos daba a conocer el
entrenamiento paramilitar que están recibiendo no sólo algunas unidades de los
Mossos d'Esquadra sino grupos de civiles por parte de mercenarios ingleses de
la guerra de los Balcanes. Esto parece ser un chantaje. Mientras el consulado
de Estados Unidos avisa de altercados para este día en las concentraciones de
la ciudad de Barcelona.
Durante décadas, la extorsión política ha sido el modo de
proceder habitual del nacionalismo catalán, para obtener dinero, competencias o
leyes que le beneficiasen. Y, según todos los indicios, también para financiar
partidos –y familias– a costa de empresas radicadas en Cataluña.
Pero ¿cuánto les va a
costar a los empresarios la “libertad” que anuncia Mas? El 3%? El 5%? Como cuando
Pujol? Ahora que Pujol como su partido CIU tienen las cuentas controladas o embargadas
por la justicia… ¿Será el propio Mas quien va convertirse personalmente en el
recaudador como ahora hemos conocido, lo hacía su antecesor?. ¿Con factura, en negro o directamente en Suiza?
¿Puede ser libre una sociedad que vive acogotada por el
miedo? ¿Puede construirse sobre la base de la extorsión un país libre? Es obvio
que no, y eso es, precisamente, lo peor del nacionalismo catalán: su carácter
liberticida. Peor incluso que su falsificación de la historia, que la
ilegalidad manifiesta de sus planes y que el desastre económico que la secesión
está llevando a Cataluña y a los catalanes.
ResponderEliminarManuel Quero Oliván
Determinado sector busca incesantemente precisamente eso, el gamberrismo social, el parasitismo y el zanganismo comunal. Y eso, en determinado amplio sector de la población, sobre todo la juventud, pues qué quieres que te diga, tiene mucho tirón. Pero paga papá y el tonto que los alimente.