Populismo

Dos mujeres han emergido esta semana por los platós de las distintas televisiones como dos estrellas emergentes presentadas como las posibles nuevas líderes de la renovación de la izquierda con resultados dispares. Se trata de Ana Colau y Beatriz Talegón.

La primera de ellas Ada Colau  surge como la portavoz de los afectados por los desahucios. Ada Colau es como una Juana de Arco de la propiedad privada, la ardiente defensora del pisito al que sacrificamos nuestros ahorros y en el que albergamos nuestra estima. A su cruzada están intentando sumarse con poco éxito los del 15-M y la izquierda variada. Pero ella hace bien y se resiste.

Ni de izquierdas, ni indignados ni movimiento asambleario en busca de revolución: solamente una legión de mártires hipotecados que habiendo sido dueños se niegan a ser esclavos. Ese es el secreto de Ada Colau, el haber encabezado una plataforma de humildes ahorradores en un país donde todo el mundo aspira a tener una vivienda en propiedad, aunque sólo el 70 por ciento lo consiga. Lo que reivindican no es tanto el derecho constitucional a cobijarse bajo un techo, como el derecho a poseer ese techo como un bien patrimonial o como una pequeña inversión de futuro. En otros países europeos, con más tradición de alquiler que de compra, nuestra heroína no habría llevado su cruzada más allá del felpudo de la entrada.

Beatriz Talegón, la otra heroína, es una dirigente española del tinglado internacional de las Juventudes Socialistas ha cobrado notoriedad por una diatriba contra los hoteles de cinco estrellas. Su rechazo a que los delegados de la Internacional celebren sus cónclaves en establecimientos de cinco estrellas le ha dado a Beatriz Talegón su entrada a la fama. Resulta que fue asesora de la embajada de Castilla-La Mancha en Bruselas y tuvo otras sinecuras en ese destino, que no es barato.

Al parecer ella sacó los colores a los viejos dirigentes, como si hubiera sido la voz de una pureza socialista frente a la relajación de los que han aceptado la buena vida. A mí no me sorprende que lograra, por eso, tan meteórica popularidad en España, donde algunos han pasado de permitirse lujos a denostar a quienes se los permiten. Es muy propio, además, de nuestros socialistas ese afán por exhibir virtud en asuntos triviales. La verdad es que esta chica la vi en 13tv el otro día y no fue capaz de articular una sola propuesta salvo la que ha puesto en pie de guerra a sus compañeros de partido.

Ayer a la Talegón se le ocurrió acudir a la manifestación de los desahuciados en Madrid junto a su colega de Bruselas el larguirucho Juan Fernando López Aguilar y fueron reconocidos por las cámaras, siendo abucheados y zarandeados por numerosos participantes en la manifestación por el derecho a la vivienda. Ante el incidente, se han visto obligados a abandonar la marcha, ella llorando escoltados por la Policía y protestando que los apoya ya que es de los suyos. Este es el riesgo de jugar al populismo que cuando se encuentra con la desesperación a ésta le da lo mismo las derechas o las izquierdas.