"Anem per feina"
Bajo el santo y seña de Anem per feina (“Manos a la obra”, “A trabajar”) las organizaciones empresariales de Cataluña se reunirán el próximo día 14 de febrero para propiciar un “clima de diálogo y pacto” entre Madrid y Barcelona. La iniciativa, aparentemente no política, la ha liderado Fomento del Trabajo y la están secundando la Cámara de Comercio de Barcelona, Pimec, Fepime, la Asociación Catalana de la Empresa Familiar y Aijec. Se espera que se adhiera también el potente Círculo de Economía, presidido por Josep Piqué, crítico con las tesis independentistas, de tal manera que a los debates asista una representación contundente del empresariado catalán.
Desconfianza y hartazgo. El borrador de declaración
independentista elaborado por CiU y ERC, ha sido recibido fuera de Cataluña -y
en amplios sectores del Principado- como una insensatez adicional de Mas y
Junqueras a la que el Gobierno reaccionó ayer con su habitual parsimonia. La
opinión pública, y la publicada, española no parece sentirse dramáticamente
concernida por la aceleración secesionista del Gobierno de la Generalitat y no
fía a la política la solución al problema. Ni a la política catalana ni a la
nacional.
Parece existir la convicción de que evitar la deriva
independentista depende mucho más de la capacidad de reflexión y rectificación
de y en Cataluña que de las medidas que puedan tomar ésta o aquella instancia
política o judicial. Aguanta todavía la esperanza de que se quiebre el silencio
de los agentes sociales -en particular del empresariado- y de los ámbitos
intelectuales y académicos catalanes para que esta aventura hacia ningún
destino -planteada en términos tan rupturistas y radicales como se deduce del
texto consensuado por convergentes y republicanos- se detenga o, al menos,
adquiera una cierta racionalidad.
Se está comenzando a detectar ciertos desgastes en sus
ventas fuera de la comunidad, sobreañadidos a los que conlleva la crisis, no
sólo en la facturación del cava, sino también en visitas y pernoctaciones de
turistas nacionales. De manera no llamativa pero cierta, se han producido
algunas deslocalizaciones industriales, aunque, por el momento los propios
empresarios de Cataluña estiman contraindicada cualquier referencia a un boicot
a sus productos y servicios. Lo cual, ciertamente, es prudente. No lo sería que desde cualquier minarete
visceral se lanzasen consignas en ese sentido. Sólo empeorarían las cosas y se
perpetraría una injusticia. Cataluña también es un mercado importante y muy
activo para productos y servicios del resto de España. Entrar en una dinámica
de confrontación en este terreno, además de un error, sería una estupidez.
En este panorama, juega un papel sustancial Caixabank que
hasta el momento ha sido el prestamista de último recurso de la Generalitat.
Según informaciones no desmentidas -y que confirman fuentes de entera
fiabilidad- la dirección de la principal entidad financiera de Cataluña ha
trasladado al Gobierno de Mas que su disponibilidad a seguir desempeñando este
papel ha concluido. Caixabank ha emitido bonos de la Generalitat y le ha
concedido créditos encabezando sindicaciones con otras entidades bancarias,
como el Sabadell cuyos gestores habrían llegado a las mismas conclusiones que
sus colegas.
De tal manera que Mas dependería financieramente de las
transferencias del Estado que le corresponden por ley y del flujo de recursos
del Fondo de Liquidez Autonómico -que implica una condicionalidad contra la que
se revuelve el Gobierno de CiU-, pero no ya del logro de financiación captada
en unos mercados que están cerrados para la Generalitat y apenas de la escasa
asistencia que las entidades catalanas -con mercado en toda España- están
dispuestas a prestarle en 2013. Esta situación paupérrima y el rechazo de buena
parte del empresariado catalán, confieren al órdago de CiU y ERC una cierta
envoltura de irrealidad. Aguanta todavía la esperanza de que se quiebre el
silencio de los agentes sociales -en particular del empresariado- y de los
ámbitos intelectuales y académicos catalanes para que esta aventura hacia
ningún destino -planteada en términos tan rupturistas y radicales como se
deduce del texto consensuado por convergentes y republicanos- se detenga o, al
menos, adquiera una cierta racionalidad.
Además, a finales de febrero se celebra en Paris la feria
del libro. Al evento está invitada la literatura que se edita en Barcelona y,
por lo tanto, autores y editores catalanes que escriben y publican en los dos
idiomas. Círculos próximos a la Generalitat se temen que los que se expresan en
castellano no asistirán mostrando abiertamente la fractura interna en el seno
de la cultura catalana.
Autores como Félix de Azúa, Juan Marsé, Eduardo Mendoza,
Javier Cercas, Maruja Torres, Enrique Vila-Matas, Carlos Ruiz Zafón, Ana María
Matute, Juan y Luis Goytisolo… entre otros muchos más, todos ellos con ventas
considerables fuera y dentro de Cataluña, no son favorables a planteamientos de
corte independentista y, algunos, se muestran abiertamente beligerantes.
Todavía en Cataluña -la polémica es de agosto del pasado
año- se debate si los autores de allí que escriben en castellano pueden o no
ser galardonados con el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat, en su
modalidad de literatura. Defendió el criterio positivo Carlos Duarte,
presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, pero hasta el
momento ni un solo autor catalán que se exprese en castellano ha obtenido esta
distinción. A propósito del impulso independentista, va a emerger -ha comenzado
ya el movimiento- este sector de intelectuales próximos, la mayoría, a fórmulas
federales pero en absoluto complacientes con el secesionismo convergente y
republicano.
Si todas estas fuerzas sociales se ponen ahora “manos a la
obra” o “a trabajar” (Anem per feina) sería posible que tanto Mas como
Junqueras iniciasen una ligera marcha atrás en sus propósitos que recibieron un duro varapalo del debilitado líder de Unió Democrática de Catalunya,
Duran Lleida, que no acepta el borrador de declaración parlamentaria
soberanista dada a conocer el jueves si a ella no se suman, al menos, el PSC
(que ya ha dicho que no lo hará) e ICV-EUiA que ha mostrado serias reticencias.
De ahí que una reclamación del empresariado por el “diálogo
y el pacto”, otra intelectual y la disidencia de UDC, parezca, en este momento,
la única manera de tascar el freno al bólido que conducen temerariamente Mas y
Junqueras, quienes dan la sensación de desenvolverse en un contexto irreal y en
un tiempo histórico confundido en el que se insertan como personalidades sin
conexión con la realidad catalana y del conjunto de España. Por no hablar del
ámbito internacional en el que sus decisiones comienzan a contemplarse como
“excentricidades” según expresión textual del embajador en Madrid de uno de los
países más importantes de la Unión Europea.
El Confidencial
El Confidencial
Manuel Garcia
ResponderEliminarTodo esta podrido.
Alberto Olivera Muxí
ResponderEliminarLos secesionistas son cabezas duras y continuaran con el SI o SI a la consulta ,referendun, estado propio o cualquier nombre que se les ocurra