La mascarilla del futuro..., o no

La ministra González Laya, entre la primera ministra y la titular de Exteriores de Estonia 

El futurista artilugio de las ministras de Estonia en contraste con el cubrebocas de González Laya

La gira de tres días de la ministra de Asuntos Exteriores Gonzalez Laya a los países bálticos se ha saldado con una fotografía que ha terminado viralizándose por lo que muestra, por lo que sugiere y por el interrogante que plantea. Mientras la representante española se protege con una simple mascarilla quirúrgica, la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, y la titular de Exteriores del país, Eva-Maria Liimets, mantienen sus rostros descubiertos y lucen unos collares futuristas. ¿Qué aparatos son esos? ¿Ha entrado la emergente Estonia en una nueva dimensión en la batalla contra el coronavirus y no nos habíamos enterado?

La instantánea fue tomada el viernes en el e-Estonia Briefing Center, un centro de innovación tecnológica situado en Tallin, dedicado a la experimentación digital. Allí, la ministra española deliberó sobre las posibilidades de que Estonia eche una mano en el plan de digitalización de España mientras las dirigentes locales presumían de avances y de imagen en plan mujeres del futuro. 

El aparato recoge el aire, lo filtra a través de un módulo de luz UV y lo devuelve a la cara purificado al 99%

Los dispositivos que llevan sobre sus hombros, en contraste con el humilde tapabocas de González Laya, son purificadores de aire de última tecnología que su fabricante estonio, Respiray, vende como una “protección revolucionaria contra el virus”. Asegura que es capaz de crear una zona de aire limpio alrededor de la cara “con lo que se permite al usuario respirar, sonreír y hablar libremente”. El aparato recoge el aire sin filtrar, lo pasa por un módulo de desinfección por rayos ultravioleta que descompone e inactiva el ADN y el ARN de los virus y envía el aire purificado al 99%. Es capaz de filtrar 55 litros de aire por minuto, mucho más de lo que consume un adulto en reposo. Con 8 horas diarias de funcionamiento –lo que dura la batería–, el fabricante calcula una duración de 3,5 años, con lo que resulta más barato que las mascarillas. Cuesta 279 euros.

La pregunta es: ¿por qué dejaron a González Laya sin el artilugio para aparecer en la fotografía mientras sus anfitrionas posaban con sus mejores sonrisas? ¿Se trataba de enfatizar el potencial tecnológico de Estonia en contraste con la mascarilla de la ministra? En realidad, tanto Kallas como Liimets solo utilizaron el purificador en este encuentro. En el resto de los actos con la representante española los dirigentes locales se protegieron con la mascarilla, como todo el mundo.

Hicieron bien, según el profesor de la Universidad de Colorado José Jiménez, experto en aerosoles. “No me parece fiable”, afirma. “La luz UV hace química y puede crear tóxicos. Precisamente estamos escribiendo un artículo científico sobre eso. Si lo pones en el techo de una habitación es menos importante, pero si estás respirando todo el aire que ha pasado por UV yo desde luego no lo haría”, argumenta, y prosigue: “Además, no está cerrado, entonces ese tipo de cosas nunca te aíslan completamente del aire de la habitación porque el aire se mueve de forma caótica”.

La Vanguardia

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