Unir el insulto a la infamia y el crimen
Después de tres años de suspensión por la pandemia, se han reanudado los actos festivos de San Fermin en Pamplona y los etarras han bajado de las montañas y han estado intentando torpedear la procesión cívica en honor del Santo mediante insultos e intentos de agresión con suma violencia hacia las autoridades que no comulgan con el fascismo. Nada nuevo, aprovechan las fiestas de las ciudades vascas para crear toda clase de problemas. Tres policías han resultado heridos, para que nuestro presidente diga que con sus concesiones ha conseguido normalizar la región.
Sánchez estará este domingo en Ermua en el homenaje a Miguel Ángel Blanco, después de toda una legislatura contado con el apoyo de estos desalmados de Bildu (ETA). El alcalde de esta población (BILDU-ETA) ha intentado por todos los medios acallar la voz de la hermana de asesinado, Maria del Mar Blanco pero finalmente podrá dirigirse a los asistentes previa censura de los aberzales y del Gobierno.
Sólo un personaje con una falta absoluta de moral y empatía –y de la más mínima vergüenza, cabría añadir– sería capaz de plantarse en el homenaje a quién quizás fue la víctima más simbólica y llorada de ETA, justo unos días después de pactar con la propia banda terrorista el blanqueamiento de su actividad criminal.
Por supuesto, ese personaje es Pedro Sánchez: este domingo estará en Ermua en el homenaje a Miguel Ángel Blanco, después de toda una legislatura en la que ha contado con los votos de Bildu (ETA) cada vez que ha sido necesario y tras pactar con los herederos de la banda terrorista nada más y nada menos que la mal llamada Ley de Memoria Democrática, la norma con la que se pretende elevar a los altares de lo legal el blanqueamiento de la historia asesina de ETA.
La Ley de Memoria Democrática es una infamia en sí misma y aprobarla con los que se sirvieron de las pistolas y las bombas lapa durante décadas es añadirle un insulto a todas las víctimas. Si legislar con los votos de Bildu es una vergüenza en cualquier ámbito, algo indecente e inaceptable, en este es más que una indecencia: es un auténtico crimen.
Y a todo ello hay que unirle dos agravantes más que no son poca cosa: la primera es, por supuesto, el propósito último de la ley, que no es otro que expulsar de la democracia –por llamar de alguna forma al régimen que trata de imponer– a más de la mitad de la sociedad española que no traga con las ansias dictatoriales de Sánchez, Podemos y toda la cohorte de liberticidas en las que se apoya.
El segundo es hacer todo esto pisoteando estruendosamente la memoria de las víctimas, de aquellos que se jugaron la vida por esta democracia con la que Sánchez y Bildu quieren acabar y la perdieron o la vieron rota, como José Antonio Ortega Lara, cuyo zulo tuvo el cuajo de visitar –la reproducción creada en el Memorial de Víctimas de Vitoria– el presidente después de llamar "fascista" a su partido siete días por semana. Otro ejemplo de la catadura moral de este personaje despreciable.
Pero no es sólo Sánchez: todo el PSOE quedará marcado por esta sucesión de infamias, por este comportamiento repugnante de un individuo sin el menor reparo moral y un partido tan enfermo de sectarismo y con tal ansia de poder que es incapaz de suponer un freno mínimo a los desvaríos de su líder.
Y cuando decimos todo el PSOE nos referimos también, por supuesto, a esos barones que han dejado que Sánchez laminara todos los controles internos y que ahora no tienen la dignidad de plantear una batalla que políticamente quizá no puedan ganar a corto plazo, pero a la que moralmente no podían renunciar sin convertirse en lo que son a partir de ahora: colaboracionistas de la mayor vergüenza de la historia de nuestra democracia, despojos de lo que en su día fue un partido y ahora ha devenido en banda que, en buena lógica, lo pacta todo con otra banda. Está claro que Sánchez no conoce la dignidad personal y no tiene otra ley ética que no sea cumplir su voluntad, pero algunos en su partido no sabemos cómo pueden mirarse al espejo.
Existe algún Parlamento en el mundo que tenga representación de partidos que pretenden romper y separar a sus habitantes y regiones ? Y que reciben su sueldo del resto de personas del país ?
ResponderEliminarCómo se puede consentir esto en España ?.
Jose Teiber
ResponderEliminarEn parte la culpa es de los navarros que no quieren o no saben enfrentarse a esta cuadrilla.
Si estos que chillan son unos cobardes que se aprovechan de la masa.
Si la policía llega a reaccionar ya se habría liado
Ligheia • hace 15 horas
ResponderEliminarY ahora que nos cuenten eso de que ETA ya no existe.
Felipinski xry
ResponderEliminarLes está armando y dándoles los ayuntamientos para que dispongan de la información de sus víctimas, que eso es lo más grave que estos TERRORISTAS tengan datos privados de cualquier español para poder atentar contra ellos.
ResponderEliminarAntonio Rosa Heredia
Son muy "valientes" en grupo grande, apretando el mando de la bomba a distancia, ó cuando se te acercan por la espalda a pegarte un tiro.
Y más ahora, que dictan las leyes en el BOE de la mano de los sucialistas !
David Romero Polo
ResponderEliminarLey de fomento y protección de vagos y maleantes, creada por maleantes..
Pablo Llamas De Rueda
ResponderEliminarEstá muy bien el artículo, pero Pamplona no es una ciudad vasca.
En cuanto a está gente, somos borregos. Lo ven mal, pero pasan de líos.
Jesus Alonso Penelas
ResponderEliminarEl psicópata les está dando alas de nuevo, del insulto a la pistola tan solo hay un paso.
ResponderEliminarRomeo • hace 21 horas
No pasa nada, los heridos son policías, y los violentos hombres de Paz, amigos de Sánchez......
ResponderEliminarCastillo • hace 21 horas
Son la manada de Pamplona; los socios de gobierno de la socialista Chivite.
Jtt Her
ResponderEliminarSancherismo mierda y socios
Antonio Danko
ResponderEliminarHay que muy, muy , muy miserable y no tener vonciencia para atreverse a asistir a un homenaje al asesinado friamente por ETA, cuando pacta con ella para seguir gobernando. Este individuo es un auténtico demonio.
ResponderEliminarRosa Díez
Malditos sean.