Diputados y senadores de Ciudadanos preparan su futuro desembarco en el PP


Este jueves el exlíder de Ciudadanos en el País Vasco, Luis Gordillo, ha anunciado por sorpresa su fichaje por el PP, pese a que ambas formaciones alcanzaron una alianza en su día para concurrir juntos a las elecciones vascas bajo el paraguas de la plataforma PP más Cs.

El salto de Gordillo, que deja al otro parlamentario vasco del partido de Inés Arrimadas en soledad en el grupo parlamentario en la Cámara de Vitoria, ha provocado una notable marejada en ambos partidos. Cs amenaza incluso con romper la alianza, una decisión sin apenas repercusiones funcionales en la política vasca.

El traspaso, cuando solo han transcurrido 15 meses de legislatura autonómica, se ha interpretado en Ciudadanos como un acto claramente hostil de su socio, hasta el punto de hacer tambalear el acuerdo de coalición electoral que sellaron ambos partidos en las autonómicas vascas de 2019.

En los territorios el trato con el socio naranja por parte de las direcciones del PP está empezando a hacerse a título individual. Con parlamentarios, e incluso cargos institucionales, si se da el caso. La razón que ofrecen es que «no hay un poder central territorial del que fiarse», y, en consecuencia, tampoco hay un poder nacional que controle a estos poderes territoriales. En algunos de los pactos de coalición el PP ha empezado a abrir una relación individual con cada representante de Cs. Dicen que por «la debilidad» del mando único.

La operación del PP venía negociándose desde hace ya tiempo, y afecta de raíz a la coalición que PP y Cs tienen en el Parlamento vasco, por la que suman 6 escaños. Aquella operación la forzó Génova, a costa de abrirse una crisis en la organización regional, y dio resultados muy escasos. Fue un experimento que nació y murió allí.

En la oposición en la Cámara vasca, y ante la irrelevancia de su representación, el desequilibrio del acuerdo por esta última fuga es asumible para los populares. En realidad, al PP no le preocupa lo más mínimo porque cuenta más lo que pueda sumar en la balanza para acercar a Pablo Casado a La Moncloa. Y para Cs, el problema verdaderamente importante está en lo que sigue cociéndose detrás de los focos y que amenaza con afectar incluso de nuevo a su representación tanto en el Congreso como en el Senado.

Tan crecidos están en la dirección del PP, después de su cónclave valenciano, que se ven capaces de llegar al gobierno con el apoyo exterior de Vox, a cambio de nada, y después de haber fagocitado al partido de Arrimadas. Por cierto, que en este proceso de absorción, aunque todos lo nieguen, la ideología pesa menos que la subsistencia, y a favor de los populares fluye la corriente que anticipa a los cargos naranjas que se quedarán sin trabajo si no se recolocan a tiempo. El último ex de Ciudadanos se ha pasado al PP de Carlos Iturgaiz, que no es, precisamente, el símbolo del PP más moderado y liberal. Castilla y León y Andalucía serán los siguientes exámenes decisivos para Cs, y en el PP creen que certificarán el final de la etapa de los gobiernos de coalición igual que ha ocurrido en la Comunidad de Madrid.

También en Cataluña

Desde el viernes Lorena Roldán engrosa las listas de afiliados del Partido Popular de Cataluña, asegurando que «después de la convención del PP en Valencia, reafirmo todavía más mi convicción de estar en el lugar correcto, el único capaz de derrotar el ‘sanchismo’ y el único capaz de devolver la libertad a Cataluña. Más tarde que pronto seremos decisivos en Catalunya y Casado gobernará«.

Resulta cuanto menos curioso el cambio de postura de Lorena Roldán, quien no hace tanto tiempo acusaba en el Senado a los populares de «pactar durante años con los nacionalistas en Cataluña porque les convenía«.

La implosión de Cs tras el desastre de la moción de censura en Murcia aceleró una fase de descomposición. Dos diputados en el Congreso, tres senadores y hasta siete diputados autonómicos (Murcia, Madrid y Comunidad Valenciana) abandonaron el partido, lo que dejó a Inés Arrimadas sin grupo parlamentario en el Senado porque el mínimo son seis representantes.

Ahora las aguas vuelven a sonar, anticipando la tormenta que la dirección naranja teme que descargue cuando se aproximen las elecciones autonómicas y municipales. El drama es que huele ya mucho a tierra mojada y la tormenta puede estallar antes de lo que pensaban.

Arrimadas ha perdido el control de las direcciones autonómicas de su partido. Y los líderes regionales tampoco controlan sus estructuras. El escenario más propicio, animado además por el subidón de la resaca de la Convención Nacional del PP, para que Génova no deje pasar la oportunidad de acelerar la absorción de Cs «por las bases».

El PP se siente en condiciones de dar otro golpe en la reunificación del voto del centro derecha tras la OPA que lanzaron con el salto de Toni Cantó, Lorena Roldán y Fran Hervías. 

Albert Rivera no asistió presencialmente a la Convención del pasado fin de semana, en una decisión puramente estratégica y que nada tiene que ver con el estado de las relaciones del fundador de Cs con la dirección de los populares. Génova sigue contando con Rivera y con su despacho de abogados para todos los recursos de inconstitucionalidad que anuncian contra las leyes del Gobierno. 


Rivera continúa como fuente de inspiración para animar nuevos ingresos desde la bancada naranja. «Sólo Casado puede ser presidente», aseguró ayer Gordillo, el último trasvase de los naranjas a los populares, en un gesto que permite al PP incidir en el mantra de que su objetivo es ocupar todo el espacio del PSOE hacia la derecha. El equipo de Casado hace publicidad de la tesis de que el espacio de centro, que en su día le disputó Cs, ya ha vuelto a ellos, y que ahora toca mirar más a la derecha e intentar recuperar para el centro algunas de las banderas de las que se ha apropiado hábilmente Vox en los últimos años. 

Casado quiere gobernar en solitario y para ello necesita adelgazar todo lo posible la fortaleza electoral del partido de Santiago Abascal, con la esperanza de que, aunque les necesite para ser investido, pueda dejarles fuera del gobierno, en una copia del modelo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.

No hubo novedades en el programa, ni un discurso histórico de Casado, pero la Convención de Valencia ha hecho crecer la autoestima del PP. En la organización reconocen el acto de fuerza que representó el lleno de la Plaza de Toros, y que en el imaginario colectivo ha servido para revivir el espíritu que movilizó a las siglas en el clímax del «aznarismo».



Comentarios

  1. Carmen Pilar Ruiz Pico
    X dinero baila...

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  2. Arturo Caiman
    Gente sin principios. Escoria

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  3. Rosa Trujillo la Chica
    en el pp? pues un motivo ma para votar a vox!

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  4. Piicre
    Con gente como los del PP como socios no hacen falta enemigos. Vaya pandilla de tramposos. No se a que espera Cs para presentar la dimision de sus cargos en los gobiernos que mantiene con el PP. Un poco de dignidad es preciso en la politica y el juego sucio del PP no puede quedar sin sanción.

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  5. Ruben
    Con que cumpla lo que rajoy prometió y no cumplió tendrá mando único, sino que desaparezca: fuera ley de memoria histórica, fuera control de alquileres, fuera leyes de género y un largo etc. Si se lo juega todo a la única carta de la economía mejor que deje a vox.

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  6. Eduardo Cifuentes
    Pues yo, de Ciudadanos, jamás voy a votar al PP. Allá los cargos que sean mercenarios sin principios. España necesita un partido como Ciudadanos, y por eso lo atacan sin cesar

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  7. miavila2020
    Ciudadanos no existió nuca. Era el PP disfrazado. Estaba en el PP. Salió del PP. Y ahora vuelve al PP
    Exactamente igual que VOX, el nieto de Franco, la entraña del PP

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  8. Kiefern
    Ciudadanos lo tuvo cerca, muy cerca. Pudo ser socio de gobierno, pero el ego es mal compañero de viaje. A solo 200.000 votos del PP en Abril de 2019, hace apenas 2 años y unos meses, con un 123+57 hubiera sido un gobierno muy estable. Ya nadie lo recuerda.

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  9. Maria Rodriguez Lopez
    El sillón no se puede perder!!! 😆😆

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  10. Piedad Fernández
    Otro desembarco 😂os vais a marear

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