La Generalitat de Cataluña borra el 1-O de la historia oficial de la institución
Puigdemont y Torra. GTRES
Que el separatismo miente por naturaleza es cosa evidente. Lo último: pasar el típex por la página web de la Generalitat, omitiendo los dos pseudo referéndums y la DUI. Lo pueden consultar ustedes mismos aquí.
El relato que la web oficial de la Generalitat hace del proceso separatista omite el referéndum, el encarcelamiento de Junqueras o la huida de Puigdemont, y sólo se menciona de pasada el 155. El relato que la Generalitat comparte en su web institucional contiene otras elipsis significativas. Por ejemplo, tampoco se recoge nada sobre la consulta que organizó Artur Mas el 9 de noviembre del 2014.
El presidente Quim Torra ha hecho del mandato del 1-O, el reconocimiento a los catalanes que se implicaron en la consulta y la situación de los presos su única acción de su Gobierno. Sin embargo, la institución que preside oculta que estos hechos sucedieron, tal y como adelanta Vozpópuli. Si un investigador de cualquier país busca esas referencias en una fuente oficial y directa, como es la página en Internet de la Generalitat, no las encontrará.
La web de la Generalitat ha actualizado el epígrafe La Generalitat Contemporánea (siglos XX y XXI), que aparece en la sección Historia de la Generalitat. El capítulo estaba congelado en la investidura de Puigdemont en enero del 2016. Hacía más de dos años que no se ponía al día. Bajo el título Demanda de Más Soberanía (2012-2018), la Generalitat despacha en seis párrafos los hitos más destacados del proceso separatista en Cataluña.
El relato no incluye una sola mención a los plenos de la desconexión de los días 6 y 7 de septiembre del 2017. No hay referencias a la protesta ante la sede de la Consejería de Economía durante un registro por orden judicial que llevó a los líderes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, a la cárcel.
El referéndum del 1-O no existió. Tampoco la consulta del 9-N. Los Jordisno están presos. Tampoco Oriol Junqueras. No hubo una declaración de independencia. Carles Puigdemont nunca se fugó a Bélgica. La Generalitat ha omitido los sucesos más trascendentales de los últimos 40 años en Cataluña y el resto de España en el relato que hace de la Historia de la institución en su página web oficial.
Toma de posesión de Puigdemont
El colmo es cuando se dice, tras mencionar escuetamente que Puigdemont tomó posesión del cargo el 12 de enero de 2016, “El Gobierno español, en aplicación del artículo 155 de la Constitución española, convocó elecciones anticipadas el 21 de diciembre de 2017”. Así, como si hablasen de un horario de trenes. Ninguna explicación acerca de las razones que llevaron al gobierno a tomar esa decisión, ningún dato, ningún párrafo dedicado a relatar esos hechos de los que, en teoría, se sienten tan orgullosos y denominan “mandato popular”.
Ustedes se preguntarán el por qué de esa omisión, que no puede ser atribuible a ningún error o gazapo, y la explicación es tan sencilla como aterradora. Estas gentes solo saben manipular y les da igual hacerlo con sus propios seguidores, a quienes tienen engañados hasta las cachas prometiéndoles lo que saben positivamente que es imposible, como a muchas personas de buena fe que se acercan a examinar lo que denominamos “el problema catalán”. Han manipulado la política, los medios, las instituciones y, por descontado, la historia. De ahí que estén blanqueando oportunamente los sepulcros de sus propias miserias, de su colosal ridículo, de su chapuza, de su conducta impropia de quienes se reclaman tan y tan demócratas.
La tumba de su despropósito la han erradicado de manera tajante de la historia oficial de la Generalitat, porque ellos creen, y tienen buena parte de razón en hacerlo, que aquello que no se dice, no existe. En su estupidez, ignoran que existen dos poderosas armas para deshacer ese torpe intento de ocultación, a saber, las hemerotecas y la erudición. Sí, porque existe la erudición, señores, como dejó sentado en su día el injustamente ignorado Néstor Luján, y esa nos salva de caer en las burdas y zafias trampas de estos sujetos, que pretenden hacernos ver lo blanco negro y lo negro blanco.
Sin esa erudición todo lo que dicen los bonzos separatistas sería fácilmente creíble, de ahí su afán por controlar los medios, el mundo periodístico e intelectual, porque saben que, si se reflexiona y se analiza lo que han hecho desde hace años, su discurso se derrumba como un castillo de naipes. No es casual que sus cachorros callejeros se vuelvan cada vez más y más osados en sus acciones, ni que Torra le haga la corte a Otegui, porque el engaño se está desmontando a pasos agigantados y entonces solo les quedará el último y desesperado recurso de apelar a la intimidación física.
En cualquier país normal, que un gobierno borrase – censurase, más bien – cosas que ha hecho en su web oficial sería motivo de escándalo. ¿Se imaginan ustedes a Bush hijo suprimiendo la guerra de Irak o a Felipe González eliminando que primero estuvo en contra de la OTAN y luego a favor? Claro que no. Los separatistas son, lo he dicho en numerosas ocasiones, unos simples aprendices, unos becarios, unos parvenues que confunden gobierno con Tuiter e historia con Wikipedia. De ahí que crean que “editando” los hechos está todo solucionado.
Esa indigencia intelectual es sumamente peligrosa, pues de ahí nace el problema actual que no es otro que pensar que, siendo supremacistas aquí y pactando allá, pueden aguantar. Mala táctica que ni siquiera les es útil, más allá de que el gobierno de Pedro Sánchez sea tan malo como el de ellos, embarcado en unos presupuestos que están condenados antes de nacer y a que cada día salga un nuevo ministro que tiene una sociedad patrimonial. Vivimos una auténtica conjura de los necios, peor aún, de los mediocres, de los tontos a las tres que creen buenamente que borrando el hecho desaparece de la historia.
Su intento de blanqueo indica, también, otra cosa: su desesperación por quedar bien, por ser los buenos de la película, porque no se note el daño que han hecho, porque los que hemos sufrido su chulería quedemos como unos simples alucinados. “¿República? ¿Qué República?” parecen decirnos. Eso son ustedes, españolazos, que ya no saben qué hacer para desacreditarnos. Empeño inútil sería tal cosa, porque ese trabajo lo desempeñan magníficamente ellos mismos. A las pruebas me remito. Eso sí, que hábiles son blanqueando sepulcros. El de los Pujol, por ejemplo.
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