El Govern de Cataluña obligado a despertar de su delirio independentista

Los colectivos sociales, desde los médicos de atención primaria, a los bomberos, profesores, estudiantes y funcionarios han dicho basta: quieren que el Govern gestione y trate de revertir una situación enquistada en los últimos años, con una pérdida sistemática de medios y de derechos, con una Generalitat que nadie ha querido gobernar desde hace mas de siete años. El independentismo vive enormes contradicciones internas, y en ese lapso, y tras las lluvias, sí ha subido la temperatura y mucho, pero en dirección contraria a la previsión de Torra. 

Una parte importante de la base social del independentismo se ha rebelado frente Quim Torra con una huelga cuádruple que tiene al ejecutivo catalán bloqueado. Funcionarios, jóvenes y los tan elogiados bomberos -«sempre nostres» (siempre nuestros), heroico cordón de seguridad entre los votantes y la policía el 1-O- que nutrían las manifestaciones en el otoño negro catalán impulsan ahora unas reivindicaciones que agrietan el bloque nacionalista y sacuden la mayoría de gobierno.

Las imágenes, ayer, de enfrentamientos entre integrantes de los Bomberos y agentes de los Mossos d’Esquadra ante las puertas del Parlamento catalán ponen al «Govern» y al independentismo en su conjunto ante el espejo de un descontento social que ninguna «estelada» puede ya tapar.

El país real ha comenzado a salir a la calle y el Govern de Torra no reacciona. La única respuesta, al margen del consejero de Economía, Pere Aragonès, es la del portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol, un periodista que hace un año dirigía RAC1 y que ahora ve “algo secundario” que se puedan reducir las listas de espera en la sanidad pública, porque lo importante es “la república”.

Las protestas sociales exigiendo más inversión y revertir los recortes no modifican los planes de la Generalitat con respecto a otras partidas directamente vinculadas a la promoción del independentismo. El nuevo consejero de Acción Exterior, Alfred Bosch (ERC), que ayer reunió en Bruselas a sus «embajadores», insistió en su pretensión de ampliar la red de delegaciones catalanas en el extranjero.

Como si se hubiese destapado una olla que llevaba años hirviendo, el descontento social en Cataluña le ha estallado al gobierno de la Generalitat en la cara. Los funcionarios catalanes han tomado las calles en una semana de reivindicaciones para reclamar que se reviertan los recortes, un estallido de protestas que se produce tras unos años en los que el proceso soberanista alentado por el independentismo había puesto sordina a las reivindicaciones sociales y adormecido las protestas.

Bomberos y Mossos durante las protestas ayer en Barcelona por sus condicionaes laborales - Reuters