La dureza extrema del "exilio" de Puigdemont

La casa que ha alquilado Carles Puigdemont en Waterloo.

El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont ha alquilado una residencia familiar en la ciudad belga de Waterloo, a 30 kilómetros al sur de Bruselas, tras más de tres meses huido de la Justicia española. El Motxo se dispone a sufrir el exilio por Cataluña en Rue de l’Avocat nº 34, Waterloo. 15 km al sur de Bruselas, una de las zonas más caras del país. 550m2, 6 dormitorios, 3 baños, sauna, garaje para 4 coches, 100m2 terraza, jardín. 4.400€ al mes. 8.800€ de fianza.

El diario económico L’Echo precisa que el encargado de firmar el contrato de alquiler, de 4.400 euros al mes, habría sido Josep Maria Matamala, amigo y consejero del expresidente catalán. Hasta ahora, según la cadena RTBF, el líder de Junts per Catalunya se alojaba en el Hotel Husa President Park, cerca del centro de Bruselas”.

A ver: 3 meses de suite en hotel 4* y ahora a vivir en un palacete por 4.400€ al mes. Durísimo. Y esto quien lo paga?  ¿Jami Matamala,? ¿O todos los catalanes con el 3-5-10% que dicen que os habéis cobrado durante décadas? ¿Has ido a Waterloo porque eres nuestro napoleoncito derrotado y lo de “volvemos a vivir los últimos días de la Cataluña republicana... Esto se ha acabado”? 

Esto es más que dureza, es tortura y ya están tardando en llevar su caso ante el Tribunal de Derechos Humanos de la ONU. Y que no se queje el 20% de catalanes que está en riesgo de pobreza no es nada comparado con lo que está pasando el presidente legítimo.

Las capacidades napoleónicas (delirantes) y para el martirio de Puigdemont son asombrosas, y ya merecen un serio respeto, pero le va a ser muy difícil seguir convenciendo a alguien de su sacrificio, mientras amuebla seis dormitorios y tres cuartos de baño, unas dependencias (sin el in) casi preyslerianas. Dirán que se trata del palacete republicano, y que el casoplón es sede legítima.

Esta claro que no piensa volver a su querida Cataluña para asumir sus obligaciones con el pueblo catalán y la justicia, mientras Torrent insiste que es el "unico" candidato posible y ha vuelto a pedir «un Govern que pueda gobernar». Tanto él como su partido saben que hacer viable la legislatura exige orillar a quienes tienen causas pendientes derivadas de la recta final del procés. ERC debe elegir, y debe hacerlo cuanto antes por el bien de la sociedad catalana: o vuelta a la normalidad institucional o más madera para seguir alimentando la bufonada de Puigdemont.