Apreciados padres de la víctima de La Manada…


Fiestas de San Fermín.

Con profundo respeto me dirijo a ustedes, apreciados padres de la joven víctima de La Manada. Sin embargo mi profundo y reverencial respeto, me llama la atención la perseverante incomparecencia de aquellos directamente afectados por la presunta agresión a su joven hija.

En otros casos los padres de las víctimas de los abusos se han personado desde su dolor y desde su firme decisión de que se hiciese justicia.


Permítanme al mismo tiempo que exprese mi más profundo pesar por una juventud ayuna de valores morales, que nada en la perversión sexual como pez en el agua y que dimite, por acción u omisión, de la responsabilidad que demandan sus decisiones.

Todos al final acaban así siendo víctimas de un sistema que fomenta la pornografía, la búsqueda del hedonismo y las formas más descarnadas de las relaciones sexuales desde los primeros años de la formación educativa, que ha secuestrado las almas de nuestros hijos, arrancándoles la fe en un Dios bueno y a la vez justo, y haciéndoles creer que el Estado del bienestar nunca permitirá que sufran las consecuencias de sus imprudencias y omisiones.

Los casos como el de su hija se repetirán hasta el infinito porque no hay sistema que pueda, no hay justicia penal que valga, contra la voluntad enfermiza de un ser humano que ha renunciado a tener como referencia de su libertad la Verdad y el Bien.


Estos días hemos contemplado a políticos y líderes de opinión de distinto pelaje haciendo causa común con su hija. Me pregunto si los que han entronizado las causas de este ambiente de corrosión moral tienen la autoridad moral suficiente para evitar sus consecuencias, algunas tan amargas como las que han tenido a su hija como triste protagonista. 

Es ocioso insistir en la ignorancia y mediocridad intrínsecas de estos dirigentes, en sus rasgos psicopáticos cada vez más acentuados: arbitrariedad, oportunismo, improvisación, autismo moral y dogmatismo izquierdista. En su ejecutoria cabe distinguir entre unas constantes de seguidismo de la estrategia mundialista que les vino impuesta para la herrumbre moral de nuestra sociedad y las formas tan peculiares y extremosas de llevarlas adelante. Estos fariseos se entregan a quienes coyunturalmente les convienen para apalancarse en el poder y los traicionan si otros favores les apremian. Sus rasgamientos de vestiduras son de escaparate.



Difícil parece otorgar a los padres el amparo que piden para sus hijos cuando se ha desconsiderado la fortaleza de las convicciones morales para servirles de parapeto. Los que claman contra La Manada alegan al mismo tiempo que la sociedad tiene que ser abierta y natural, y no estar dominada por reglas morales y públicas que son divisorias. Por eso debemos considerar a su hija en su doble condición de víctima: de los cinco miembros de La Manada y de los que han minado los fundamentos que habrían evitado un acto tan perverso.


Este problema no se erradica simplemente por descargar la carga de la culpa sobre cinco jóvenes moralmente repugnantes. A esto no habríamos llegado nunca si hubiesen existido muchos padres resueltos a llamar a las cosas por su nombre. La libertad sin freno se encuentra privada de cualquier derecho, ya que la responsabilidad rechazada es solo la otra cara de la libertad.

La idea primordial que debería prevalecer en su ánimo es que no hay solución dentro de este sistema. Tal vez nos estemos dando cuenta ahora de que el libertinaje es incompatible con la plena responsabilidad. Trabajar para reforzar los lazos familiares y acentuar el papel de los padres se ha considerado contrario a la corrección política dictada por unos pocos. La efectividad de este sistema tan putrefacto proviene del engaño, la manipulación y la negación del papel supremo de la excelencia humana. Pregúntense por qué muchos de los políticos que se han solidarizado estos días con su hija, se niegan en cambio a comentar la violación múltiple sufrida por una joven alicantina a manos de unos argelinos.


Apreciados padres de la victima de la Manada, reciban mis mejores deseos en la triste certeza de que hechos como los del 7 de julio de 2016 no son sino el reflejo del tambaleante edificio de la dignidad humana cuando se asienta sobre pilares de paja.

Alerta Digital

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