¿Y si fuera Merkel la culpable?
Transcribo los dos últimos artículos publicados por José García Domínguez en Libertad Digital que por su original visión del problema europeo totalmente distinto a la mayoría de opiniones del resto de los economistas españoles y europeos. Que cada cual saque sus conclusiones…
La maldita prima de riesgo
Otra vez la maldita prima de riesgo. Cuando esto acabe, si es que vivimos para contarlo, habrá que empezar a plantearse muy en serio para qué sirven los mercados financieros, aparte de para crear problemas sin cesar. Hace mucho, mucho tiempo, tanto que casi nadie lo recuerda, se encargaban, según dicen, de canalizar el ahorro de la gente hacia las actividades productivas. Pero eso era antes, cuando aún no se habían inventado prodigios de la ingeniería especulativa como, por ejemplo, los célebres CDS (credit default swaps). Apuestas de casino que, entre otras hazañas memorables, llevarían a la quiebra en 2008 a AIG, la tercera mayor compañía aseguradora del planeta.
Será cuando escampe. Mientras tanto, podemos entretenernos glosando las cuatro paradojas terminales que hoy enmarcan la agonía del euro. La primera, acaso la más clamorosa, es que sean las economías en bancarrota del sur, los malhadados piigs, quienes hayan de financiar, ¡y gratis!, a Alemania. El mundo al revés. Porque contra lo que aquí predica la derecha lela – "¡Ah, los pobrecitos contribuyentes alemanes!"–, es el ahorro español (y griego y portugués y francés e italiano) quien paga la deuda soberana de Merkel a precios de risa. Un regalo que se nos agradece con raciones y más raciones de cargante moralina calvinista. La segunda apela a que unos mercados definitivamente esquizoides hayan dado en castigar el consumo y la abstinencia, la expansión y la contracción, el keynesianismo y el antikeynesianismo, lo que sea y su contrario. Al modo de los adolescentes en la edad del pavo, disparan contra todo. Y con esos bueyes hay que arar.
La tercera paradoja lo es solo en apariencia. Así, el sucedáneo posmoderno de aquellas sangrías con sanguijuelas que prescribían los galenos de la Edad Media, las curas de caballo a base de tijeretazos al presupuesto, únicamente provocará que se desboque aún más el déficit. De hecho, ya hemos vuelto a la recesión gracias a semejante medicina. La cuarta, en fin, acaba de ilustrarla en Madrid Richard Koo, economista jefe de Nomura, el mayor banco de Japón. "La deuda pública japonesa está en el 200 % del PIB... y no pasa nada", nos ha recordado. ¿La razón? Ellos tienen un banco central como Dios manda, y nosotros, a la Merkel y sus palmeros.
Seguimos necesitando el cañón Berta
Con esa prudente mesura que siempre aconseja el oficio de ministrable in pectore, Cristóbal Montoro susurró el pasado martes ante lo más granado de la mesocracia catalana: "Estamos cohibidos por la situación". Aunque la genuina verdad sea que no están cohibidos: están aterrados. Y es que la situación comienza a perfilarse desesperada. Lo impensable, que el euro reviente en mil pedazos, puede acontecer en cualquier momento. Y nuestro margen de maniobra al respecto, el del Estado nación que aún responde por España, se acerca a cero. Un escenario apocalíptico que a ninguno de esos cráneos privilegiados de Bruselas, los tan laureados tecnócratas que diseñaron la unión monetaria, le empuja a mirar hacia Londres, Tokio o Washington.
Porque desde que diera comienzo la caza y captura del euro, la pregunta del millón continúa siendo la misma. A saber, ¿por qué Cameron, cuyo nivel de deuda pública supera al de Italia, puede permitirse tomar el té de las cinco sin la menor inquietud por cuanto hagan o dejen de hacer los mercados? ¿Por qué las tres hermanas, Ficht, Moody’s y Standard & Poor’s, siguen premiando con la calificación máxima a sus bonos, unos títulos cuyo rendimiento se acerca al de los alemanes? ¿Y por qué Japón, un país estancado y que carga con el mayor endeudamiento estatal del planeta Tierra, ¡el doscientos por ciento del PIB!, tampoco pierde el sueño por los ataques –ignotos– de los especuladores?
¿O por qué, en fin, viene a suceder otro tanto de lo mismo con los Estados Unidos y su monstruo de las galletas, el malvado Bernanke? Tres enigmas, por cierto, que comparten una solución tan obvia que casi ruboriza enunciarla. Pues simplemente ocurre que los tenedores de bonos, como los clientes de Media Markt, no son tontos. Saben que si los gobiernos del Reino Unido, Japón o Norteamérica llegasen a sufrir algún apuro para saldar sus préstamos, recibirían de inmediato el auxilio de sus respectivos bancos centrales. Los mismos que correrían a adquirir títulos soberanos en el mercado secundario cuando fuere menester. Disponen, ellos sí, del cañón Berta, una artillería pesada ante cuya mera presencia intimidatoria no hay arbitrista financiero que no se rile. Tan simple como eso. Y tan difícil, ¡ay!, de entender en Berlín.
José García Domínguez.
Economista, sociólogo y graduado en Economía del Sector Público por la Universidad de Barcelona. Miembro del blog Heterodoxias.es
contrera
ResponderEliminarPues si todo eso es cierto, habría que votar lo que más se le parece (el programa de IU tal vez) y hasta reconciliarse con el ZP de antes del decretazo. Esta debe ser la quinta paradoja, la que faltaba. Curioso.
nopopei
ResponderEliminar¡¡Qué artículo más molón!!...aunque me encantaría entender que quiere decir exactamente....
KARATEKA
ResponderEliminarO los economistas os esmeráis en explicar las cosas o yo no entiendo nada. ¿El Roman Paladino ya no está de moda? Pues debería estarlo. ¿Escribís artículos para que los entienda la gente o para epatar al colega que lo va a leer? Está claro que para el colega. La gente que estudie. Y si se indigna que se vaya a la Puerta del Sol. Parece escrito en la segunda franja de la piedra Rosetta.
vesontio
ResponderEliminarUsted propone una aberracion monstruosa: fabricar billetes a mansalva creando inflacion para que todos paguemos los excesos de los gobiernos inutiles y empobreciendo al ciudadano comun, eso sin contar con que dicha emision de moneda sin respaldo de riqueza crearia una nueva economia ficticia, no basada en la produccion de bienes y equipos sino en la produccion de papel moneda.Es un puro disparate.
Los alemanes, aún tienen el susto en el cuerpo que les produjo la hiperinflacción depués de la I Guerra mundial. Por eso la Merkel, aunque quisiese, le sería muy dificil autorizar la emisión de deuda por parte del Banco Central Europeo, puesto que ni su Parlamento, ni su pertido ni sus regiones se lo permitiría.
ResponderEliminarEs un post un tanto confuso sobre el que se podría discutir mucho. Aunque de que lo que no cabe duda es que tener un banco central que crea dinero es un buen respaldo. Os dejo una dirección que os puede ser interesante http://www.cotizalia.com/opinion/desde-londres/2011/11/15/seis-falacias-seis-sobre-los-bancos-centrales-6276/(sobre todo falacia 4). Si os interesa también acabo de colgar un post en mi blog sobre el tema.
ResponderEliminarCholy Terán
ResponderEliminarMerkel dira que la culpa…la tiene el pepino español
Martin Sánchez
ResponderEliminarGobierno auténtico para la zona euro, demandan los grandes impulsores de la economía de este continente, tan viejo que se cae a pedazos. Merkel y Sarkozy lo han decidido. En España todavía podemos darnos con un canto en los dientes.... Acaso sea preferible delegar una parte de nuestra soberanía en la formación de una entidad supranacional, que rendirla a manos de unos etarras asesinos confesos. Los de Bildu y Sortu se frotaban las manos. De confirmarse esta posibilidad, la independencia se les frustra de raíz. La base económica prevalece sobre los vértices políticos. Aquí y en Berlín. En cualquier caso, la situación es compleja y peliaguda. O se compone un Gobierno económico en la Europa de la moneda única, o el tren de la prosperidad pasará de largo por nuestras estaciones.