Un "Robin Hood´ de pacotilla




El impuesto adicional a la banca para gravar eso que el Gobierno socialcomunista llama «beneficios extraordinarios» responde a los clichés ideológicos de un Ejecutivo que decidió que lo mejor para ganarse el favor de la sociedad española era darle un escarmiento al sector para demostrar su compromiso con los vulnerables.

Pero los españoles más necesitados de la ayuda del Gobierno, las pequeñas y medianas empresas y millones de familias, no han encontrado sostén alguno en un Ejecutivo que ha recaudado 1.500 millones de euros en la primera entrega del hachazo fiscal a la banca, un impuesto confiscatorio que está lastrando las cuentas del sector como lo demuestra el hecho de que entidades como Unicaja han sufrido un fuerte deterioro de sus beneficios que ha tenido como efecto inmediato su derrumbe bursátil.

Es lo que tiene matar moscas a cañonazos y ponerse el disfraz de ‘Robin Hood’. La inseguridad jurídica y la fiscalidad confiscatoria ahuyentan a los inversores y convierten a España en un país marcado en rojo para el capital extranjero, con el consiguiente quebranto para el progreso y el crecimiento económico. Sánchez pretende quedar como el amigo de los desfavorecidos y España y los españoles se empobrecen sin remedio. Esto es lo que ha conseguido el castigo a la banca española: dañar gravemente al sector, empobrecer a millares de accionistas y dibujar una imagen de país hostil hacia cualquiera que pretenda generar riqueza.

Los datos del sector bancario demuestran que la banca española no tiene «beneficios extraordinarios» porque no es extraordinario históricamente que los tipos de interés estén al 3,5%; lo extraordinario es que hayan estado seis años en cero o en terreno negativo, beneficiando a los hipotecados que ahora sufren la subida y hundiendo las cuentas del sector. Pero Pedro Sánchez, un ‘Robin Hood’ de pacotilla, ha confiscado por decreto sus beneficios ordinarios para enseñar la cabeza cortada de la banca como muestra de su impostada valentía ante los poderosos.

Y mientras, los españoles abandonados a su suerte. Machacados a impuestos que no van a paliar las dificultades que atraviesan millones de familias, sino a engordar las arcas de una Hacienda que es menos pública que nunca. Por decirlo más claro: recaudan para que unos pocos se repartan el botín.

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