Santiago Carrillo
La vida de Santiago Carrillo, en efecto, es inseparable de la experiencia totalitaria. Toda su vida: desde su infancia de niño revolucionario hasta su madurez de líder comunista. Hijo de un líder socialista de relieve no menor, en un momento en el que el socialismo español oscila entre la colaboración institucional y la revolución proletaria, el niño Santiago Carrillo Solares nace a la vida en 1915. Acaba de empezar la primera guerra mundial y está a punto de estallar la revolución soviética. Ambas cosas, guerra y revolución, marcarán la vida de Carrillo.
Con toda propiedad puede
hablarse, en términos históricos, de un "expediente Carrillo"
donde abundan las manchas negras. La opinión pública española conoce bien la
principal de ellas: Paracuellos, el exterminio deliberado de los presos
políticos de derechas en el Madrid de noviembre de 1936. Pero hay muchas más:
las maniobras políticas que condujeron a la creación de las Juventudes Socialistas
Unificadas, la participación directa en la purga del POUM (Partido Obrero de
Unificación Marxista) en mayo de 1937, la huida de España dejando en la
estacada a sus compañeros de partido en 1939, la ruptura con su padre
"traidor"; después, los movimientos tras las bambalinas del
comunismo, la sumisión a los criterios de Stalin, la responsabilidad directa en
el desmantelamiento del maquis, incluso la liquidación de sus camaradas
"inconvenientes"... Todas estas cosas cambian el color de la imagen y
la cargan con tintes sombríos.
Ahora que toda la clase política del color que fuere esta poniéndolo como un hombre de Estado. hay que decir que durante su dilatada vida política se le pueden atribuir dos aciertos: El hecho de aceptar a la monarquia y dar paso a la democracia en España después de la muerte de Franco como la máxima autoridad del pais y el haber dinamitado el antiguo Partido Comunista Español. En sus últimos años asido fuertemente en la "memoria histórica" en la que excluye expresamente lo de Paracuellos, Santiago Carrillo volvió a demostrar que además de haber sido un criminal en otra época de su vida, ha seguido siendo un personaje oscuro y sectario que no merece los honores que ahora se le tributan.
Ahora que toda la clase política del color que fuere esta poniéndolo como un hombre de Estado. hay que decir que durante su dilatada vida política se le pueden atribuir dos aciertos: El hecho de aceptar a la monarquia y dar paso a la democracia en España después de la muerte de Franco como la máxima autoridad del pais y el haber dinamitado el antiguo Partido Comunista Español. En sus últimos años asido fuertemente en la "memoria histórica" en la que excluye expresamente lo de Paracuellos, Santiago Carrillo volvió a demostrar que además de haber sido un criminal en otra época de su vida, ha seguido siendo un personaje oscuro y sectario que no merece los honores que ahora se le tributan.
"No me arrepiento de nada.
He cometido errores y he intentado subsanarlos. No soy un santo, sino un hombre
de carne y hueso", proclamaba Carrillo en su documental biográfico
–más bien cabría decir hagiográfico– Como ocurre con todos los grandes hombres,
con todos los que han impreso su sello personal en la Historia colectiva, Santiago Carrillo ya no es un individuo
de carne y hueso, ya no es el nombre de una persona singular, sino que
representa a una generación y a una época. "Somos una generación
combustible", dice Carrillo en la primera página de sus memorias.
Lo dice citando a un amigo ruso. Y de eso se trata: de no quemarnos en los
mismos fuegos que ellos. Descanse en paz.
Francisco José Cordón Rabasco
ResponderEliminarLA JUSTICIA DIVINA Y EL FUEGO ETERNO SE ENCARGARAN DE EL.
Mateo Mallorquin
ResponderEliminarHa muerto sin haber sido juzgado por la matanza de Paracuellos...
Cervantino
ResponderEliminarA todos nos llega la hora; no se ha perdido nada, pues estaba apartado de la vida pública hace tiempo. Lo triste es el tratamiento de "hombre de estado", cuando ha sido un político de segunda fila con una trayectoria más que cuestionable; no, no ha sido ningún héroe ni mucho menos ningún padre de la patria, ni de la constitución, ni de nada.
Antonio Gomez
ResponderEliminarYa duró demasiado el asesino múltiple de miles de inocentes a sangre fría
Javier Biurrun Gonzalez
ResponderEliminarUsted es un caballero. Yo hubiera preferido que hubiese muerto hace años y tras haber pasado mucho dolor; la mitad del que él infligió en Paracuellos.
Oscar Vicente
ResponderEliminarGRAN DÍA PARA ESPAÑA UNO MENOS.
Angelica Fernandez
ResponderEliminar!!Asesino y traidor!!
Angel Sol
ResponderEliminarDoctor Honoris Causa por la Universidad Complutense e Hijo predilecto de Gijón con los votos de la Casta Parasitaria del PPSOE.
Maria Gloria Arnillas Marin
ResponderEliminarque no descanse en paz, es lo que deseo
Luis del Pino
ResponderEliminarDescanse en paz Santiago Carrillo. A mi abuelo, que votó en 1931 a favor de la República, lo sacaron de casa delante de mi abuela embarazada. Corría el mes de noviembre de 1936 en Madrid.
Encontraron el cadáver tres días después, con un tiro en la nuca. A su lado, tres monjas y otros dos hombres igualmente asesinados. Unos días más tarde nacía mi madre, hija póstuma.
Nunca supimos por qué lo asesinaron. ¿Por ser católico? ¿Por tener una joyería? Probablemente no hubiera ningún motivo especial para asesinarlo: simple "limpieza" de elementos no afines. Una barbarie más de una guerra civil marcada por la barbarie en ambos bandos, pero en la que las matanzas de noviembre del 36 en Madrid ocupan lugar destacado.
La Transición fue un borrón y cuenta nueva con respecto a ese salvajismo. Bien está. Son heridas viejas y mutuas. Había pasado mucho tiempo.
No dejaré yo, por tanto, de desear a Carrillo que descanse en paz. Ni dejaré de reconocer su papel en la Transición o el 23-F.
Pero, por favor, tampoco nos pasemos en las loas a un personaje que, como poco, consintió en Madrid crudelísimas y generalizadas matanzas de civiles.
Rosa Maria Vincent Badal
ResponderEliminarNo se merecía de ningún modo la despedida que le han hecho. Un personaje sin escrúpulos con la suerte de vivir en un país donde se le ha dejado libre, se le han ofrecido honores como si fuera un personaje, sin incluirle en la búsqueda de asesinos que los propios socialistas han orquestado con la memoria histórica teniéndole tan cerca y sin tener que abrir tumbas, sin embargo nadie le ha acusado y mucho menos juzgado. Somos un país muy singular.