Lo de la CAM

Tras el gran parche concedido a Grecia la semana pasada, que si bien no es una solución definitiva ha conseguido que los mercados se sorprendan gratamente, después de la presentación de los test de stress de la banca europea que en su conjunto muestran un sistema financiero capaz de aguantar nuevos shocks, lo cierto es que la intervención de la Caja de Ahorro del Mediterráneo (CAM) ha supuesto un jarrón de agua fría para la economía española. Gracias a ello nuestro diferencial frente al bono alemán de diez años ha dado un respingo.

Nuestra provincia se pone de actualidad con la intervención inmediata del Banco de España a la CAM, después de innumerables rumores sobre su difícil situación financiera. Durante décadas, la CAM ha sido "la caja" para los alicantinos donde se cobraban las pensiones, donde depositábamos los ahorros o formalizábamos nuestros proyectos y ahora está en el trance tener que desaparecer. Que nadie se intranquilice, el Gobierno va a responder de nuestros ahorros alli depositados. 

La politización de las cajas de ahorro y su utilización como caja B de la comunidad autónoma de turno que ha servido de soporte a los proyectos y fantasías de sus políticos es la que ha conducido a esta situación. La especulación fallida de terrenos, la construcción de Aeropuertos inoperativos o la financiación de eventos o inauguraciones donde poder lucirse los políticos. han sido las causas de su ruina.

Todos nos barruntabamos algo. Lo inoportuno del anuncio de la intervención de la CAM hay que entenderlo por la extrema torpeza de las autoridades. La situación deficiente de la CAM tendría que haberse resuelto hace meses por no decir años. Se intentó una venta ordenada que no prosperó. La ocultación del desfase patrimonial de la CAM imposibilito su venta y por ello ahora no ha quedado más remedio que la intervención y una venta a la desesperada: No ganará el que pague más por ella, sino quien menos dinero público pida.

La triste situación de la CAM muestra, una vez más, lo equivocado que es proceder a recapitalizar a una entidad financiera sin antes valorar correctamente su balance. Empezar por el final nunca es una buena práctica. Aunque en este caso parece que las autoridades del Banco de España sí conocían el desfase patrimonial y decidieron ocultarlo al mercado.

Ahora empezamos a conocer la facilidad de los consejeros de la CAM para auto concederse créditos. Siete consejeros lograron  71 millones en forma de créditos de la propia entidad en estos últimos cuatro años. Casi un tercio de esta cantidad la obtuvo Juan Ramón Avilés con 27.2 millones seguido por Ginés Pérez con 12.9 millones y otros 7.89 millones por el propio Modesto Crespo concesionario de coches y presidente de la caja gracias a su amistad con el ex presidente Camps.

Todo este dislate ha sido liderado hasta 2010 por Roberto López Abad director general ahora jubilado con una indemnización millonaria que nadie del consejo conocía su cuantía. El fue el hombre clave en la gestión de la caja en los últimos años que sigue como  miembro permanente en el consejo. Sus consejeros se limitaban a aprobar y aplaudir…. Y cobrar (12 millones entre 2007 y 2010) por estar en el Consejo de Administración Así se formó el consejo de la CAM complaciente que no cumplió con su responsabilidad de vigilar la tarea de sus directivos. Porque lo de estar en el consejo de la CAM era una cosa que molaba sobre todo si caia algún viaje y las decisiones las tomaban con el dinero de los demás.

Ya son tres las Cajas que se han intervenido en España. ¿Cuántas más quedan? ¿Y la otra caja de la Comunidad Valenciana seguirá delante después de su fusión?, ¿Cuánto más dinero público hará falta para estabilizar el sistema financiero español?-

 Por lo pronto, con el anuncio de la intervención de la CAM, España vuelve al centro de la atención de los mercados financieros. En esta tesitura, el adelanto electoral sigue siendo la única vía de salida para nuestro país, a menos que nuestras autoridades despierten y empiecen a poner en marcha in extremis las consabidas reformas de orden económico, financiero y político que precisa nuestro país. Si no se hace nada, escapa a toda razón lógica.