Unidad de mercado
Ayer por fin el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de la Ley de Unidad de Mercado, con el objetivo de eliminar trabas autonómicas y, de este modo, facilitar la actividad empresarial. Sin embargo, al igual que ha acontecido con otras reformas estructurales impulsadas por el PP, el loable espíritu de esta norma se traduce, en la práctica, en una mera declaración de intenciones carente de utilidad y eficacia, una vez se analiza en detalle el contenido del texto. Dicen en su descargo que este anteproyecto deberá sustentarse con otras normas que se producirán sucesivamente.
Una de las disposiciones estrella de esta norma se refiere al principio de licencia única al permitir que los
operadores económicos apliquen su legislación de origen para operar en todo el
país, sin tener que recurrir a especificaciones diferentes o permisos
especiales. 'Se basa en un principio de confianza mutua'
Para poder desenmarañar la tela de araña legislativa creada
por todas y cada una de los parlamentos en estos últimos 40 años necesitará una
voluntad mucho más firme del Gobierno Central para contrarrestar la guerra de
guerrillas que va a empezar desde puntos distintos en contra de esta norma que se va a organizar desde cada uno de los
mini parlamentos regionales dedicados con ahínco en aprobar medidas parciales y contradictorias contra el libre comercio que bien merecerían unas vacaciones al menos en
estas cuestiones.
Fundamentalmente las medidas son interesantes pero no se ha
atajado el fraccionamiento de nuestra legislación e lo que se refiere al idioma
a utilizar en etiquetado de los productos y en cuanta a eliminar absurdas y
contradictorias leyes en cuanto a rotular los establecimientos comerciales.
Una crisis estructural como la española necesita de medidas
mucho mas concretas para poder competir en
un mundo globalizado, especialmente con países emergentes como China, Brasil o
Turquía, bien con otros más acaudalados y productivos como Canadá, Suiza o
Australia. Estamos, suele decirse, en el peor de los dos mundos posibles: ni
somos competitivos en coste laboral ni lo somos en productividad de la mano de
obra.
Como sucede con muchos razonamientos económicos, a partir de
dos o tres observaciones parcialmente ciertas suele construirse un argumento
falaz pero en apariencia indisputable. En este caso, las premisas más o menos
ciertas desde 2007 han sido:
1. España tiene que
modificar en profundidad un modelo productivo basado excesivamente en el
consumo interno, la construcción y el endeudamiento exterior.
2. Ese nuevo modelo productivo lo hemos de encontrar en un
mundo cada vez más especializado individual y territorialmente, sobre todo tras
la aparición de nuevos y gigantescos centros de producción.
3. España tiene una mano de relativamente obra cara en
relación con su productividad.
4. El marco institucional restante de España –electricidad
cara, elevados impuestos, barreras institucionales, etc.– tampoco contribuye a
que los empresarios encuentren claras oportunidades de negocio.
La conclusión errónea es que España estaba irremediablemente
condenada e incapacitada para encontrar su lugar en el mundo y que, en
consecuencia, debíamos aislarnos de ese mundo con devaluaciones (en caso de
haber sido posibles) o barreras arancelarias.
No debemos de centrarnos tanto en ver cómo metemos el dedo
en el ojo a los extranjeros y prestemos más atención en no tirar piedras contra
nuestro propio tejado: hemos de avanzar mucho más rápido en el reajuste
productivo y financiero de nuestra economía, y para eso necesitamos mercados
mucho más libres y administraciones (e impuestos) mucho más pequeños. Cuánto
mayor sería el impulso a nuestras exportaciones si su mejora no procediera
solamente de que los extranjeros, al ser más ricos, tienden a consumir un poco
más de todo, sino a que estuvieran especialmente interesados en productos específicos de alto valor añadido. Pero para ello hay que
fabricarlos, y para fabricarlos hay que completar una excesivamente lenta
reorganización productiva.
La recuperación seria mucho mas rápida si nuestros políticos
no se hubiesen empeñado en eternizarla y en conjuntarla con todo tipo de
incertidumbres extremas (como la suspensión de pagos o la ruptura del euro),
cuyo único propósito era evitar pinchar la burbuja del sector público.
Esperemos que sus intromisiones no pesen más que la creciente prosperidad
exterior, que está tirando de nuestro anquilosado carro.
José Lledó
ResponderEliminarCompetir con el resto del mundo es muy facil. Se cierran autonomías, senado, tv públicas, sindicatos verticales, diputaciones, etc,. y nos sobra dinero y riqueza sin tener que mantener a tanto parásito.
Margarita Garcia Vargas
ResponderEliminarPues ya les vale porque la inmensa mayoría de las comunidades autónomas están gobernadas por el PP. Si no son capaces de ponerse de acuerdo ni entre ellos ya me dirán.
Carmelo Torro
ResponderEliminarUna vez mas el PP desperdiciando su mayoría absoluta.
Vicente Ros Tejada
ResponderEliminarY de qué servirá el denunciar si después las autonomías, por ejemplo Catgaluña, se pasarán las sentencias por el Arco del Triumfo. Si se pone una Ley, normativa o como se quiera llamarse, es para hacerla cumplir. Y este gobierno no está por la labor, es incapaz de parar a los nazis de Cataluña teniendo todos los medios para hacerlo, por lo tanto, esto que quieren hacer es otra manera de marear a la perdiz.
Vicente Martínez Braña
ResponderEliminarPara esto, no nos hacen falta políticos. Para la cobardía no debiera haber sitio en la política, y esta ley es una muestra más de la bajada continuada de pantalones por parte del gobierno de Rajoy... En definitiva, ¡no hay coj...! para hacer lo que hay que hacer!, y se dedican a marear la marrana para dejar las cosas de manera que no molesten a los traidores secesionistas y a los reyezuelos de cada una de las autonomías... Una mierda de democracia es lo que tenemos. ¡Venga, traigan botes de vaselina, que el gobierno ya se ha vuelto a bajar los pantalones!.
Jose Fernandez Boa ·
ResponderEliminarEn este Gobierno todo es suavidad, no hacen nada porque es necesario, como eliminar todas las trabas que crean las TAIFAS de esta NACIÓN, dificultándo nuestro desarrollo y solo para significarse los politicos a base de chorradas.
Miguel Zambrano
ResponderEliminarUna pregunta......¿Eso vale para lo de rotular en castellano donde haya lenguas co-oficiales?
Un vaticinioi: Adivinan quien será la primera CC.AA. que se la pasará por el forro? Yo sí. Empieza por CATA y termina por LUÑA. ¿Adivinan?
Carloss Of The Road
ResponderEliminarEs que es provocador que esta panda de inútiles haya no haya ordenado que una empresa de ámbito nacional (dos o más regiones) pueda etiquetar solamente en español. Es decir, esta ley se la podían haber ahorrado. Para empezar, esto rompe la unidad de mercado y el título de la ley se debería considerar publicidad engañosa. Además, la propia ley da por hecho que una administración pueda saltársela porque le da la gana. Es imprecisa, esto no es una ley, no hay unidad ni habrá mercado.